Colores de la abundancia

No se puede pasar por la vida indiferente a los pequeños grandes detalles de la naturaleza, que hacen la diferencia, afinando la sensibilidad y estimulan la creatividad, así, contemplando, fotografiando, escribiendo, dibujando, pintando, esculpiendo o musicalizando, “Las cuatro estaciones” de Vivaldi, y hablando del tiempo y de las cosechas, vienen a la memoria los colores que hacen especial a este espacio-tiempo de nuestras vivencias y ensoñaciones tan enraizadas como están en los recuerdos de la infancia.

Los amarillos soleados y los naranjas, colores cálidos y vibrantes, que evocan energía y expresan alegría, optimismo y vitalidad. El amarillo dorado de los campos de trigo y del sol otoñal; el marrón de la tierra y materiales orgánicos, el verde paja de los tallos secos de los sembríos; el beige de las hierbas secas, en fin, los colores de la cosecha también incluyen tonos terrosos, cálidos y naturales que evocan el otoño, como el naranja, amarillo dorado, verde, marrón, ocre y tonos rojizos o púrpuras que reflejan los pigmentos de los cultivos en diversos matices, colores que pintan los campos de genuinas texturas que impresionan y perduran en la memoria: “…Hay allí… la vista muy hermosa de una llanura verde, algo amarilla por el maíz maduro” (Pedro Páramo). Pero es, el Dorado, el que más identifica las cosechas, el dorado de los maizales maduros como los pintó el maestro Emilio Lozano contemplando los sembríos de maíz de El Valle, El Arenal y Yanuncay, el dorado de los rastrojos y sus jilgueros emprendiendo el vuelo, de los relucientes añorados trigales; de los solares de cebada radiantes de ese amarillo dorado que imita y refleja la luz del sol veraniego.

El dorado, siendo el color del oro y las cosechas, simboliza la riqueza, la abundancia y la prosperidad traducido en el éxito de la vida terrenal, pero en las tradiciones esotéricas significa el final del proceso alquímico de la transmutación de los metales, puesto que el oro es el resultado finito del camino del alquimista y es su victoria espiritual. El dorado, que también personifica el color de los rayos solares y la luz que emana la Divinidad, en esta etapa del ciclo agrícola, se traduce en las bendiciones de Dios y la concesión divina de abundantes cosechas. (O)

Dr. Tito Astudillo

Médico, docente y periodista. Fue miembro titular, vocal de Directorio y Presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión”, Núcleo del Azuay. Exdocente de primaria, secundaria y educación superior.

Publicaciones relacionadas

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba