No crea usted, apreciado lector, que este artículo será sobre religión. Más bien toca algunos ámbitos de la vida cotidiana y nuestras creencias y expectativas que podrían llamarse de diversas maneras como las que nombro a continuación.
Ley de atracción. Por la cual se asume que la fuerza que ponemos en los pensamientos y emociones llevan a que ciertas intenciones ocurran según lo anhelado. Filosofía o pseudociencia (porque no cumple con un método científico para mostrar evidencia), se basa en que, al haber energía en el universo, se puede vibrar y sintonizar entre las energías y atraer vibraciones similares.
Alineación con el cosmos. Aterrizando el ejemplo, mencionaré a la luna. Si bien no hay un respaldo científico sobre su relación con las emociones de las personas, sí se consideran a los resultados de cambios en el comportamiento por las permutas de la luz lunar. Se analiza que, por el incremento o disminución de la luz en las fases lunares, la luz ambiental que todos recibimos por la noche cambia, y esto tendría un efecto directo en la generación de melatonina y, por tanto, en la calidad del sueño. Reconocer la influencia lunar en el día a día, es la base para muchas personas que se sienten sensibles a estas variaciones
Fe. Posiblemente la fuerza más conocida de las mencionadas siendo la más corta de las palabras. Por definición, es simplemente la confianza en alguien, algo, o una deidad. No está solamente en la religión, aunque ésta, es la que más la ha estudiado y la eleva a una virtud. Es creer a pesar de que no se ve. Es certeza de esperanza. Es más fuerte que el decreto, más amplia que el cosmos, y la más incomprobable científicamente de estas tres creencias. Pero es la que más existe y nos mueve.
El espacio a la duda, nos rompe del convencimiento de que podemos lograr algo y nos saca de la finalidad positiva. No solo me refiero a la materialización de un proyecto, sino a cómo esa fe que genera la confianza en Dios, la ley de atracción o la luna, nos completa en emociones y paz interior para permitirnos obrar hacia la consecución de nuestros objetivos o dar paso a los dones que alumbran nuestras vidas. La fe es creer y confiar sin ver, y si la vemos hasta en las incomprendidas fuerzas físicas, no se diga lo que puede alcanzar en un nivel de Divinidad. (O)