La reciente propuesta de reforma tributaria despierta un interesante análisis para la teoría y la práctica financiera en Ecuador. La versión oficial sostiene que existen $29.000 millones en utilidades no distribuidas que “evaden al SRI”. Numerosas empresas, especialmente familiares, retienen utilidades porque esas reservas son el motor de su crecimiento y una forma de asegurar la continuidad operativa. En los estados financieros muchas empresas muestran en el activo corriente la cuenta “Cuentas por cobrar a accionistas”. Esto suele originarse cuando la junta general aprueba dividendos a favor de los accionistas, pero la empresa todavía no los ha pagado en efectivo. Contablemente, procede: un débito en el patrimonio (Utilidades retenidas) contra crédito en el pasivo (Dividendos por pagar). Sin embargo, en algunos casos -sobre todo en empresas familiares o cerradas- en vez de mantener el pasivo, se reclasifica como cuentas por cobrar a accionistas, reflejando que el dividendo fue entregado en forma de “anticipo” o que se asume que el accionista usará esos fondos y luego compensará con aportes futuros.
Por lo tanto, si entre un año y otro esta cuenta tiene variaciones, puede interpretarse como: Dividendos declarados, pero no cancelados en efectivo, trasladados a una cuenta por cobrar. Adelantos de dividendos a los accionistas, que la empresa espera recuperar (aunque en la práctica muchas veces nunca regresa ese dinero). Transacciones de financiamiento cruzado: la empresa le presta al accionista recursos que en realidad corresponden a utilidades distribuidas. En resumen: un aumento en “cuentas por cobrar a accionistas” sí puede evidenciar el pago o anticipo de dividendos, aunque disfrazado de préstamo. Por eso, al analizar utilidades retenidas, no basta mirar solo el rubro patrimonial, sino también esas cuentas puente en el activo. (O)