Culebrillas

Nicanor Merchán Luco

Para llegar a la laguna de Culebrillas, primero hay que llegar al Tambo y, luego, por una carretera de segundo orden de 10 km, se accede a este lugar, que se encuentra a unos 90 km de Cuenca.

Culebrillas es una helada y preciosa laguna, sagrada para las culturas cañari e inca. Forma parte del Parque Nacional Sangay y es reconocida por su valor arqueológico y ecológico. Su gran belleza natural resalta entre el gélido páramo que la rodea. No es solo una laguna en medio de las montañas, sino un lugar con espíritu.

Culebrillas representa una conexión profunda entre el ser humano y la naturaleza. Para los cañaris y los incas fue un sitio sagrado, un espacio de encuentro entre lo terrenal y lo espiritual. Según la cosmovisión andina, el agua simboliza la vida y la purificación. Por este lugar pasa el Qhapaq Ñan, o Camino del Inca, y cerca se encuentran las ruinas de Paredones, que evidencian la existencia de un tambo inca.

La leyenda cuenta que, hace cientos de años, existía en El Cañar una laguna misteriosa y sagrada. En el fondo vivía una serpiente protectora del agua y de la naturaleza. Se decía que en las noches de luna aparecía para dar un presagio: si emergía tranquila, las cosechas serían abundantes; si lo hacía rugiente, se avecinaban días difíciles.

La belleza de Culebrillas se concentra también en su biodiversidad. Está rodeada de páramo andino y es hogar del venado de cola blanca. Allí se puede avistar al cóndor y al zorro, dentro de un ecosistema muy frágil. Este es un lugar que nos invita a reconectarnos con la Madre Tierra, a honrar nuestras raíces, a aprender la sabiduría de los antepasados y a comprender la importancia de conservar la naturaleza.

Los visitantes acuden a “recargar energías” y a disfrutar del paisaje. A este lugar hay que llegar para mirarlo con el corazón; pero, al hacerlo, se debe caminar en silencio, sentir el viento y el agua, y recordar que se está en un espacio sagrado, lleno de vida y espiritualidad. La laguna guarda un espíritu antiguo. (O)

Dr. Nicanor Merchan Luco

Periodista. Licenciado en Humanidades. Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación. Máster en Antropología del Desarrollo y Doctor en Arqueología. Se desempeña como director de El Mercurio. Escribe, principalmente, sobre temas ambientales.

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