La conversación que incomoda

Caroline Avila Nieto

En política, los titulares de los medios no siempre reflejan lo que realmente preocupa a la ciudadanía. Una muestra reciente es la conversación digital alrededor del Paro Nacional: entre el 29 y 30 de septiembre, 12 mil usuarios generaron más de 45 mil publicaciones y 1.8 millones de interacciones en TikTok y Facebook principalmente. No se trata de cifras marginales; la gente está hablando, y lo hace de manera intensa y sostenida. Esa es la agenda pública, la que emerge de abajo hacia arriba, y que ningún boletín oficial ni encuesta puede ocultar.

Los datos son claros: un 55% de los posteos se mostraron favorables a las consignas del paro y un 36% en contra. Nombres como Efraín Fuérez, Daniel Noboa, Conaie, Fuerzas Armadas y Universidad Central se repiten como nodos de sentido en la conversación digital. El asesinato de Fuérez y los discursos de expulsión de líderes han añadido combustible a una narrativa marcada por la indignación y el dolor. Pero lo que más sorprende es la ausencia de empatía gubernamental: no hay gestos visibles de diálogo ni palabras de consuelo para las víctimas. Lo que sí hay es un despliegue excesivo de fuerza, que contrasta con la vulnerabilidad de una población que siente que la golpean donde más le duele.

El contraste con ciertos medios resulta llamativo. Mientras algunos titulares minimizan o desvían la atención hacia la “normalidad” institucional, la conversación digital narra otra historia: la de un pueblo que debate, comparte y resignifica la protesta en sus propios términos. Aquí se invierte la lógica de poder: no son los medios los que fijan agenda, sino los usuarios que masivamente discuten, critican, apoyan o rechazan. Como señalan estudios sobre comunicación política en América Latina, las audiencias ya no son receptoras pasivas, sino que disputan sentidos y se constituyen en actores de agenda.

Al final, los engañados no son los ciudadanos sino aquellos medios que creen que todavía pueden manipular. Son ellos los que dan la espalda a la conversación social y terminan perdiendo credibilidad. La historia reciente demuestra que la población tiene la última palabra para decidir quiénes son héroes y quiénes villanos en las jornadas de protesta. En ninguno de los escenarios gana el Ecuador, pero sí queda claro un mensaje estratégico: la conversación digital ya no es un ruido de fondo, es el espacio donde se disputa la legitimidad. Ignorarla no solo es un error político; es una miopía que tarde o temprano se paga con la pérdida de confianza. (O)

@avilanieto

Dra. Caroline Ávila

Académica. Doctora en Comunicación. Especialista en Comunicación Estratégica y Política con énfasis en Comunicación gubernamental. Analista académica, política y comunicacional a nivel nacional e internacional.

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