Todos queremos avanzar, progresar, sentir que nos estamos moviendo hacia algo, que nos acercamos a una meta; y en la urgencia por subir la escalera del éxito, o la escalera hacia nuestros objetivos y sueños, muchas veces nos olvidamos de verificar contra qué pared se apoya esta escalera.
Stephen Covey afirmó que “Si la escalera no está apoyada contra la pared correcta, cada paso que damos solo nos lleva al lugar equivocado más rápido.” Y no se refería solo a la carrera profesional, esta metáfora aplica igual a relaciones, metas, rutinas, incluso ideologías, porque no basta con ser eficientes si estamos siendo eficientes en el camino equivocado.
Pensamos que avanzar es algo positivo, pero hay avances que solo nos alejan de lo que realmente queríamos, de quienes somos, o de lo que en algún momento soñamos. A veces nos obsesionamos tanto con subir más rápido o más alto, que no notamos que estamos en la escalera equivocada.
Eso explica por qué hay gente que logra todo lo que se propuso y aun así se siente vacía, o por qué después de años de esfuerzo, algo dentro nos dice que no era por ahí. Y no es fracaso, es desalineación, es haberse movido sin pausa en el camino equivocado.
Carl Jung dijo que “Hasta que no hagas consciente lo que llevas en el inconsciente, este último dirigirá tu vida y lo llamarás destino.” Porque muchas veces, la escalera que estamos subiendo no la pusimos nosotros, la heredamos, la imitamos, la seguimos por inercia o por aprobación.
Revisemos hacia dónde vamos, recordemos que el éxito no tiene una dirección universal, y si descubrimos que la escalera estaba mal apoyada, no es el fin del mundo, es el inicio de algo distinto. Puede ser que no necesitemos subir sin ver hacia atrás, sino bajarnos a tiempo. (O)
@ceciliaugalde