Escribir es una forma de dibujar el alma. No tenemos, no obstante, un modelo que seguir, sino que mientras la escritura se produce, al mismo tiempo aparece el sentido. Pero la escritura tambien es previamente una lucha por este acceso, y como quien descifra un enigma, la voluntad ocurre y requiere el tiempo de aprendizaje para su florecimiento. La escritura es un proceso donde se intercalan los roles de escritor y lector en una misma persona. Es un proceso de abstracción empática que nos invita a ponernos en el lugar del otro, del que va a leer. Así mismo, el que lee comprende la postura del que escribe, pero tambien adopta sus figuras y hasta la historia de un tercero. Se trata de un circuito de ficciones que nos permite construir la realidad. La escritura es más que simplemente escribir, por lo que su aprendizaje pasa por la enseñanza de los sueños. Diríamos, ojalá poéticamente, que la escritura es la huella efímera de lo que pretende eternidad, del reconocimiento del instante que requirió la forma pura. La escritura sirve tambien para guardar y aguardar. Para guardar la historia y aguardar la utopía, ambos aspectos necesarios para conformar la identidad. (O)
