El domingo pasado inicié este pensamiento sobre el Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa. Indiqué el entramado entre creatividad, política, filosofía, ¿utopías? Y por qué no la reflexión profunda de sus textos y cómo con su última novela narrativa “Le dedico mi silencio,” el autor tejió con sus letras algo más que imaginación. No haré spoilers revelando la trama del mismo. Encontrará mi especulación sobre el título y nada más allá de la información básica que la propia sinopsis de la contraportada del libro muestra.
Un gran guitarrista de la música criolla del hermano Perú sería descubierto por un profesor y escritor, quien, a su vez, con el afán de dar a conocer al mundo el virtuosismo del artista en cuestión, inicia una sentida travesía por conocer la vida detrás de esos bordoneos que, a su parecer, son capaces de generar algo único en la sociedad, proponiendo la unión social gracias a la música propia y popular.
Al leer el libro, hay una explicación sobre el título, pero diría que el autor va más allá en lo que quiere decir. Expone a detalle elementos analizados de su país, su historia, su cultura, la cotidianeidad de su gente; algo, que se siente también cercano a nuestro país. Parece contradictorio que en el silencio haya tanta reflexión. ¿Qué será realmente dedicar el silencio? Vargas Llosa escribió este libro dos años antes de morir. Es como si nos dijera: “aquí hay mucho de lo que aprendí, en lo que creo, y lo que viví.”
Al leer el libro, su narración se siente tan propia, que podría confundir quién narra la historia, si el autor o el personaje ficticio. Nos adentra en una descripción propia y personal sobre cómo ve él a su país, su gente, su música y su ideal de comunidad. Es él quien en sus líneas artísticas promulga una sociedad recíproca, sin división y hace recapacitar sobre el silente reconocimiento de íconos musicales y artísticos.
Con el paso de los años, uno vuelve a su raíz, a donde fue feliz, y se valora lo que realmente importa. Yo creo que por ahí estaba la intención de Vargas Llosa, quien reflejaría en su último libro esta conciencia sobre la vida, dedicándonos su silencio tras la muerte, pero incitándonos a tomar su legado y estimar nuestro alrededor desde lo profundo. Y aquí estamos en su silencio con tanto, tantísimo por decir. (O)








