Definitivamente, el panorama previo a las elecciones del próximo domingo no luce lo suficientemente calmo y positivo, como sería de desear, previa una consulta que, podría o no, cambiar la Constitución Política de la Nación. A pesar de lo corto de los plazos establecidos por las autoridades respectivas para las etapas preelectorales, buena parte de las agrupaciones políticas han decidido aprovechar el tiempo al máximo para dar a conocer al público sus posiciones, en pro o en contra de las preguntas consultadas, utilizando para ello, ¡cuando no!, las buenas y las malas artes, o “haciendo decir”, lo que es y lo que no es, a los protagonistas de la actividad política, en una guerra sucia terriblemente magnificada hoy, gracias al manejo irrespetuoso de las redes sociales.
La movilización indígena, cuyo control y manejo por parte del gobierno tuvo matices positivos, y a pesar de que no llegó, ni de lejos, a los ribetes de las movilizaciones precedentes, es difícil pensar que no haya minado el capital político oficialista, sobre todo en la provincia de Imbabura y en ciertas zonas de la sierra central del país. Por otro lado, ¿será pura coincidencia el aumento de la criminalidad citadina de las últimas semanas, incluido el rebrote de la violencia en algunos centros penitenciarios?, ¿no será que el incremento de los asesinatos por encargo de esta época es una situación calculada por la cercanía de las elecciones?, ¿no se ha puesto a pensar, amable lector, que ciertos líderes de determinadas agrupaciones políticas se frotan las manos de contento cuanto mayores sean los niveles de inseguridad?
Frente a una elección, cualquiera que ésta sea, el interés sano debe ir encaminado hacia que el elector tome su decisión con el mejor de los razonamientos, el más lógico, el más práctico. Influir en la mente del elector, desdibujando las realidades, manipulándolo, engañándolo, es una de las formas más perversas de corrupción, porque quienes actúan de ese modo solo piensan en su propia conveniencia. Ojalá el próximo domingo, los electores ecuatorianos consignen su voluntad en favor de la paz y lejos de la violencia. (O)






