Y esta historia comienza así: “En casa de Pepe vivían su esposa Gabriela, su hija Esperanza y su hijo Alexis. Pepe se dedica a la compra/venta de vehículos; hace ya algunos años Gabriela se resignó a que Pepe no llegue a casa para compartir la mesa; los fines de semana también se volvieron irregulares, pero cuando él está en casa es porque coinciden las reuniones familiares, momentos para presumir de lo bien que va el negocio; tragos van y vienen y empieza a verse la realidad.
Alexis, su último hijo es feliz cuando ocurre esto pues los bolsillos agrandados de su padre le permiten replicar la conducta con sus amigos y algunas noviecitas. Esperanza, cerca de contraer matrimonio, presentó a Ricardo, quien de manera discreta llegó a conocer el movimiento del negocio; interesado en entrar bien en la familia, ofrece inyectar recursos y crear una sociedad con Pepe, ambos tienen experiencia en línea automotriz. Esperanza entusiasmada en formar un hogar, hizo lo suyo de manera independiente y se enfocó en culminar su carrera.
El negocio creció y se expandió conforme lo planificado; a Gabriela le empezó a interesar otras cosas, Alexis se convirtió en una especie de freelance – tramitador de su padre; Esperanza apuntó hacia la asesoría contable y su portafolio de clientes y servicios también crecía -por la derecha-, su buen nombre empezó a ganar espacio. Con el pasar de los meses, el negocio en bonanza y la familia en desgracia; Alexis se enfermó de una ITS, Ricardo fue arrestado, Pepe y Gabriela huyeron del país y Esperanza, a ella, el peso del error ajeno no le permitió avanzar”.
A manera de metáfora un mensaje aliciente para votar con sabiduría y apostando en presentes seguros y futuros prometedores. La soberanía, la integridad y la seguridad de nuestro territorio y de quien lo habitamos, no puede perderse en manos Pepes y Ricardos. El Sistema Judicial y otros sectores estratégicos que aclaman acciones inmediatas de salvación, tampoco pueden ser administrados por Alexis.
Si el SI permite que Esperanza y otras personas decentes trabajen desde su dominio cognitivo en una ley madre que le permita al país funcionar bien con los que, SI hacemos bien las cosas, pues ya sabemos cómo votar. En conclusión, quien vota por el no está conforme con lo pasa actualmente en el país, les gusta o les conviene; mientras que, quien vote por el SI, quiere un cambio, quiere vivir mejor, quiere leyes que erradiquen la corrupción del estado y la mala conducta ciudadana, hoy en día, normalizada. En suma, esperanza para un mejor futuro. (O)





