Las circunstancias obligan. La historia consigna hechos que marcan un antes y después. Todos somos artífices de aquello que luego será historia, ya sea como agentes de realizaciones importantes o como opositores o seres indiferentes. Oponerse a la verdad por consignas mezquinas o mantenerse impávidos frente a urgencias de cambios radicales son posturas ajenas al mañana de una sociedad.
Hemos sido convocados a emitir nuestra opinión sobre varios temas de interés nacional, entre ellos, sobre la realización de una asamblea constituyente. Les invito, amigos de El Mercurio, a tener en sus manos las preguntas que el domingo dieciséis recibirán un sí o un no, marcando en ese día la posibilidad de que Ecuador retome sus mejores días y se empeñe en corregir lo dañado y emprender un reordenamiento de las diversas instancias que confirman la vida de una nación.
Nos preguntarán ese día si es conveniente y necesario autorizar que una fuerza militar externa tenga una base en Ecuador, al estilo de la Base de Manta que fue suprimida durante la presidencia de Rafael Correa Delgado; también seremos interrogados sobre el financiamiento a los partidos políticos por el estado ecuatoriano; además si conviene reducir el número de asambleístas. La última pregunta pide autorización para convocar a una Asamblea constituyente para elaborar una nueva Constitución.
Una encuestadora de prestigio nacional publicó hace un par de días los resultados de la opinión nacional sobre la encuesta. Es un rotundo triunfo del SI en el país; el triunfo no es por dígitos sino con una decena y algo más. Esto me lleva a pensar que nuestro pueblo ha razonado bastante, que quiere terminar con aquello que no debe ser y que se alinea con quienes pensamos que nuestra sociedad no resiste más tanto atropello a la razón.
Si fuerzas militares externas colaboran para erradicar la inseguridad y el comercio ilícito de drogas, que sean bienvenidas. Un aplauso a la supresión de financiamiento a facciones políticas que luego atentan contra la estabilidad del país. Bien por la disminución de legisladores, ojalá un día se exija una capacitación pertinente para un puesto de tanta responsabilidad. Finalmente es obvio que se necesita luego una Asamblea constituyente para elaborar una Constitución y deshacernos de la actual, madre de muchas tragedias en nuestro convivir nacional. Obras son amores y no buenas razones. (O)





