La agüita del Quinto Río salpicó al país, despertando una corriente ciudadana que dejó sentir su caudal y hacer escuchar su voz –más allá de las diferencias– de manera contundente e irrefutable. Sin embargo, su atronador rugido aún no logra del todo que las autoridades abran sus oídos, presten atención y asuman el mensaje. El remesón político vivido por las huestes gobiernistas obliga a “poner las barbas en remojo” también a partidos políticos, asambleístas, autoridades locales y hasta el mismísimo CNE por la deuda histórica que mantienen con la democracia. El triste y lamentable papel jugado –con total descaro– por ciertos medios de comunicación, por personajes disfrazados de periodistas y hasta por aquellos extraños seres autodenominados “creadores de contenido”, no hizo más que evidenciar el irrespeto del gobierno de Noboa hacia el sentido común y la inteligencia de la sociedad ecuatoriana. Así como las aguas crecen, la respuesta ciudadana no se hizo esperar: una profusión de mensajes con contenido e información, con enorme creatividad, alegría y humor fino logró desbaratar el andamiaje propagandístico del gobierno que, sin respeto alguno a las reglas electorales pautó mucho antes del inicio de la campaña, sus engañosos mensajes de tosca y torpe manera. Los resultados electorales son muestra de una respuesta reflexiva frente a un gobierno arrogante y autoritario incapaz de gobernar un Estado democrático, laico, diverso, intercultural y plurinacional. (O)







