Oro Incienso y Mirra

Y llegó diciembre, mes de la Navidad, festividad del amor y de la ternura en la medida que nos acerca al espíritu infantil como sinónimo de lo divino y trascendente humanizado en el Niño de Belén, el que se manifestó al Mundo, en los Reyes Magos que, guiados por la misma estrella, llegaron desde diferentes latitudes para ofrendar con oro, incienso y mirra, como reconocimiento universal de la condición Divina del nacido recién en Belén, como anunciaron los profetas.

Y, como de lecturas también está hecha la memoria y siempre se activan oportunas, recuerdo el libro “Oro, Incienso y Mirra”, de mi amigo Félix Andallanos, una bella recreación de la Epifanía, narración, en una apacible noche de la Caldea, del Maestro Rahal Gaspar el Mago que ofrendó con Incienso, secuencia poco ortodoxa de cómo, en el cielo de las altas montañas de Nepal, a los sabios decodificadores cósmicos de la dinastía Vardhana, una novel estrella les señaló el camino hacia los reinos de Salem, y comprendieron que allá se cumpliría la profecía del nacimiento del Hijo Divino, urgiendo al Mago Gaspar, el del manto amarillo bordado con vesículas de incienso, a cumplir su destino celestial. Simultáneamente, en los cielos de Persia, la misma estrella suscitó al Mago Melchor, el del manto rojo que en Belén ofrendó con oro, al mismo destino; como lo hacía y al mismo tiempo, desde los cielos de Egipto, con el sabio Baltazar, el Mago del manto azul que ofrendó con Mirra, a marchar a la tierra Media. Mágica y cautivante lectura.

La Navidad, que a más de todos los motivos para la felicidad, como son el reencuentro con la familia, con los amigos, con los niños y el milagro risueño de los nietos, con los recuerdos y las nostalgias cual antenas para la sensibilidad, hace el milagro de interiorizar sobre el espíritu y trascendencia de esta festividad universal, en la medida que el cristianismo es una de las tres religiones monoteístas más difundidas en el planeta y que, justamente, parte desde el nacimiento de Jesús, que la iglesia cristiana ubica en un 24 de diciembre, fecha que muchísimas culturas anteriores al cristianismo celebraban el solsticio, ritual de la fertilidad de la tierra, de trascendental importancia en las culturas agrarias que compendian, en el calendario agrícola, solsticios y equinoccios, sus mayores festividades y rituales. 

Dr. Tito Astudillo

Dr. Tito Astudillo

Médico, docente y periodista. Fue miembro titular, vocal de Directorio y Presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión”, Núcleo del Azuay. Exdocente de primaria, secundaria y educación superior.
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