Ya sosiéguese, señor presidente; dé reposo a su cuerpo, no vaya a enfermarse. Debe ser muy tenso y angustiante viajar constantemente fuera del país, con el pendiente de que “daría la vida por la patria” y, sin embargo, estar lejos de ella. Ya siente cabeza, deje de ser “pata caliente” y póngase a trabajar en “territorio”. Usted, señor Noboa, no es un ciudadano más. No es gerente de una empresa ni de un negocio familiar; tampoco agente vendedor o relacionador público de las empresas mineras –aunque, muchas veces, parece desempeñar ese papel–. Un 15% de su mandato ha pasado en viajes internacionales, ¿por qué no nos cuenta para qué viaja y qué beneficios ha traído al país? Usted, señor, no puede tener “agendas reservadas”. ¿No le han dicho que es el presidente de un país y que Carondelet es la casa presidencial? ¡Hable serio! Ahora resulta que estará casi ¡un mes fuera! Señor Noboa, sigue jugando con fuego y caminando en el filo de la navaja. ¿No fue suficiente la derrota sufrida en las urnas para entender que la desconexión con la ciudadanía tiene costos políticos? Las visitas pueden esperar, mas no la búsqueda de soluciones urgentes como requiere la crisis en salud, educación, seguridad, empleo, etc., que vivimos. No se gobierna a través de terceros o por redes sociales. Ecuador no puede darse el lujo de tener un presidente ausente, y menos en momentos de crisis nacional. (O)


