Rechazo e indignación

Luis Felipe Torres Borja

Hoy se cumple un año de la desaparición, secuestro, tortura y muerte de los “cuatro niños de las Malvinas”; Steven, Nehemías, Ismael y Josué, de 11, 15 y 14 años de edad en su orden, un niño y tres adolescentes quienes salieron a jugar con la pelota y nunca más volvieron a sus hogares. Sus sueños, sus aspiraciones, sus metas se truncaron en un minuto; todo, absolutamente todo, se terminó.

Hace una semana el país entero pudo ver imágenes desgarradoras e impotentes de una foto que contenía una caja de cartón en la cual reposaba el cuerpo de una niña de un año y medio que había fallecido en el Hospital de Macas, provincia de Morona Santiago. Y fue entregada sin piedad, de esta forma a sus padres. Imágenes que causaron para muchos rabia e indignación, para otros, un nudo en la garganta y para todos rechazo e impotencia por no poder hacer nada; que falta de sensibilidad, de empatía; que falta de humanidad.

En mayo de este año murieron ocho niños en varias comunidades indígenas del Municipio de Taisha, sector de la amazónica provincia de Morona Santiago, fronteriza con el Perú. Luego de los resultados del estudio epidemiológico, se informó que la causa de la muerte fue leptospirosis, infección causada por una bacteria llamada leptospira que se encuentra en la orina y heces de animales infectados, misma que se transmite a las personas por el agua o el suelo contaminado.

Escribo con profundo respeto por este segmento de la población, niños, niñas y adolescentes, quienes fueron vejados y transgredidos en sus derechos; la fuerza y las armas no son la solución, nunca; urgen políticas orientadas a satisfacer el ejercicio efectivo del conjunto de sus derechos; una doctrina de protección integral de sus garantías fundamentales; programas y acciones encaminadas a erradicar la desnutrición infantil; prevención y tratamiento inmediato de las enfermedades; seguridad para su desarrollo y una educación gratuita, laica y de calidad que permita formar ciudadanos comprometidos con la colectividad y respetuosos de los demás.

Mi solidaridad con los familiares de todos los niños, niñas y adolescentes vulnerados en sus derechos y sobre todo mi rechazo e indignación por la violencia ejercida sobre ellos. Que nunca más se repita esto. (O)

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REM

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REDACCION EL MERCURIO
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