Ser un país en el top ten de alguna lista parecería ser sinónimo de alegría y orgullo. Pero, pero, pero. Ser sexto del mundo entre las naciones más peligrosas es lamentable y preocupante. Ya es cosa de todos los días ver noticias de personas asesinadas. Carambas, hay que detener esto de urgencia antes de que más ciudadanos pierdan la vida.
Pero ¿cómo es posible? Hace pocas horas la Policía Nacional capturó a uno de los cabecillas de los SaoBox. Sin embargo, gracias a las “maravillas” de normas que tenemos, apareció un ejemplar juez que le otorgó medidas sustitutivas. O sea, que el mijin puede seguir haciendo desmadres en Pasaje y, de paso, separar unos minutitos de su agenda delictiva, una vez por semana, para presentarse ante las autoridades y seguir nomás en sus andanzas.
O sea, el trabajo de inteligencia de los chapitas valió gaveta. Esos pillos entran y salen de la cárcel en un abrir y cerrar de ojos. Y todo es estructural. El sistema de administración de justicia está podrido. Este angelito en particular tiene un larguísimo prontuario criminal, pero eso no le importó al juez. Solo faltó que le pidan disculpas por haberlo detenido unas horitas.
La plena, estas cosas producen repugnancia. Cómo entender que algunos presos alegan dolor de espalda o que tienen pesadillas y se acogen a huecos legales para cumplir el resto de sus condenas en la comodidad del hogar. Hubo un caso especial en el que un violador se acogió a ese “beneficio” por buena conducta y salió en libertad. ¿Y qué cree? Así es. El malvado volvió a hacer lo mismo y terminó nuevamente en la cárcel. Entiendo que días después fue a conocer al Creador.
Hay tarea para la política. En lugar de estar quejándose y denunciando pendejadas, o poniendo todo su “esfuerzo” en reducir las horas de la Ley Seca, deberían poner la artillería donde realmente importa para frenar los índices de violencia. No permitan que el país se les escape de las manos. (O)





