De la emoción al acuerdo

Diciembre nos envuelve en una atmósfera singular: luces, rituales, balances y promesas. Es un mes donde la emoción se desborda, y con ella, la ilusión de que todo puede cambiar con un simple deseo. Sin embargo, la historia nos enseña que los grandes avances no nacen solo de la emoción, sino del acuerdo. La emoción moviliza, pero el acuerdo construye.

El reto no es sentir más, sino pactar mejor. ¿Cuántas veces hemos visto proyectos naufragar porque la pasión inicial no se tradujo en compromisos claros? La emoción es chispa, pero sin estructura se consume en el aire. El acuerdo, en cambio, es puente: une diferencias, define reglas y da previsibilidad. Sin acuerdos, la esperanza se vuelve retórica.

Pasar de la emoción al acuerdo exige tres virtudes: claridad, para saber qué queremos; humildad, para reconocer que no todo depende de nosotros; y coraje, para sostener la palabra dada cuando la emoción se enfría. Porque el verdadero pacto no se firma en diciembre, se honra en enero, cuando la rutina desafía la promesa.

Que este fin de año no sea solo un festival de emociones, sino el inicio de acuerdos concretos. Si logramos convertir la energía emocional en compromisos verificables, habremos dado el salto más difícil: del entusiasmo al orden, de la ilusión a la acción. Y ahí, en ese espacio donde la emoción se disciplina y el acuerdo se cumple, empieza la verdadera esperanza. (O)

X: @mpiedra0768

Ing. Marco Piedra

Ing. Marco Piedra

Ingeniero Comercial. Doctor en Ciencias Económicas y consultor corporativo. Autor de varios libros y publicaciones científicas. Profesor universitario y director corporativo de un grupo empresarial.
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