Definitivamente, la política ecuatoriana es de otro planeta. Cada vez suceden acontecimientos más bizarros. Recuerdo las escenas del bucaramato, cuando se bailaba el rock de la cárcel en escenarios públicos o se llevaban bailarinas al Congreso. Desde esos años hasta la fecha, lo único que ha cambiado son las fechas y los partidos políticos.
¿Quién, en su sano juicio, lleva la computadora al baño para hacer una necesidad biológica con la cámara encendida? ¡No se pasen! Tengan un poquitito más de pudor. Les recuerdo que están en medio de un proceso legal tan mediático como el caso Triple A, pero al parecer les vale carpeta y se limpian con el mismo.
Y, para rematar, una concejal de Quito se incorporó a una sesión del Concejo Cantonal y, en medio de su intervención, aparece un hombre por detrás completamente llucho. La concejala en mención entró en un ataque de pánico y desactivó la cámara. Pero el bochorno ya estaba consumado. Y, claro, quedó en evidencia que algunos políticos no le dan la seriedad que merecen sus actuaciones.
A ver. La implementación de la tecnología nos ayuda a mejorar y optimizar el tiempo. Ya no se requieren viajes de miles de kilómetros para participar en una reunión. Los tiempos han cambiado. Ahora, con un clic puede conectarse desde cualquier parte del mundo. Pero ojo. Consejo no pedido. Previo a una cita virtual tenga la decencia de lavarse la cara. Si tiene que pasar por el baño, hágalo antes. Y los asuntos de pareja, atiéndalos en otro momento.
Por estos eventos somos el hazmerreír del mundo. Me acuerdo también de una asambleísta que, supongo, andaba en asuntos muy importantes, que se conectó a una reunión virtual, colocó una foto montada y se fue. Al momento de pasar lista, nunca dijo ni pío. Básicamente, les vio la cara a los miembros de la comisión y al país. Me falta recordarles que los sueldos onerosos de estos “destacados ciudadanos” los pagamos nosotros. ¡Son una joya! (O)




