Navidad

La semana que termina ha sido para la mayoría la de celebrar la Navidad, compartir con familia y amigos: encuentros, abrazos, sorpresas, reconciliaciones; desde lo banal entregar y recibir regalos; en lo espiritual recordar el nacimiento de Jesús.

Los que podemos habremos disfrutado las delicias culinarias habituales de esta temporada: pavo horneado con relleno o sin él, pernil, ambos con deliciosas salsas a la usanza de cada una de las tradiciones familiares, acompañados de arroz navideño y guarniciones apetecibles y esperadas, así como los postres para los que siempre hay espacio: torta de navidad con frutos secos y frutas confitadas, buñuelos y/o pristiños bañados según corresponda y se prefiera con miel de panela o de azúcar.

La Navidad convoca, incluso a quienes no creen o no celebran el evento principal.

La Navidad provoca querer, irradiar y recibir buenas energías.

La Navidad aviva la esperanza, aunque en lo colectivo no haya mucho porque sentirse esperanzado.

En la Navidad se baja la guardia, por un rato o un día nos olvidamos de lo malo, paramos y nos recargamos para enfrentar lo que se viene. (O)

Dra. Tatiana Neira

Dra. Tatiana Neira

Doctora en Jurisprudencia y Abogada. Docente universitaria y ciudadana comprometida con la defensa de los Derechos Humanos. Articulista de medios de comunicación.
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