Si el 16 de noviembre del 2025 más de la mitad de los ecuatorianos vota a favor de que se instale una Asamblea Constituyente, el país iniciará su proceso número 21 para crear una nueva Constitución.
Ecuador está entre los países del mundo con más constituciones en su historia; además, la Constitución de 2008 ha pasado por seis enmiendas y reformas, las cuales se volverán a hacer si ganan las tres preguntas del referéndum, que también se efectuará el 16 de noviembre.
¿Es momento de cambiar la Constitución?
En los 195 de Ecuador como República, ha tenido 20 constituciones, es decir que, en promedio han durado 10 años cada una; para Daniela Salazar, exvicepresidenta de la Corte Constitucional, el cambio constante se debe a que en la mayoría de las ocasiones no se ha considerado el “momento constituyente”, es decir, no ha nacido de un pacto ciudadano, sino del deseo de un mandatario por hacer un documento a su medida.
“Deberíamos preguntarnos si el cambio constitucional que nos propone el Gobierno responde a un verdadero momento constituyente, nacido de un consenso social, o si obedece más bien a expresiones de un constitucionalismo autoritario en el que alguien, desde el poder ya tomó la decisión y sólo nos está llamando a votar para que legitimemos esa decisión”, señaló Salazar.
Para la politóloga Sofía Cordero, quien participó del debate sobre la consulta popular que se desarrolló en la UTPL, el punto de partida de la posible nueva Constitución desdibuja su objetivo, pues es el producto de un “capricho” del presidente Daniel Noboa, que la convocó cuando la Corte Constitucional le puso freno a sus leyes y reformas.
Solución a los problemas
Sobre si una nueva Carta Magna solucionará los problemas del Ecuador, los expertos creen que esto depende, en primer lugar, del contexto en que se la convoca, la calidad de los asambleístas constituyentes, la aplicación de lo que se apruebe y, sobre todo, el nivel de consenso que exista en la sociedad.
Aunque considera que no existe nada más democrático que el pronunciamiento del pueblo en las urnas, para la constitucionalista Pamela Aguirre es importante que los ecuatorianos entiendan que una Constitución no solucionará sus problemas diarios de forma inmediata, sobre todo, si no se la elabora en función de las necesidades sociales, sino con base a los planes de cada Gobierno.
Sofía Cordero cree que una Constitución tampoco puede limitarse a un problema específico, que en este caso es lucha contra el crimen organizado, pues incluso ese tema tiene muchas aristas, que son estructurales, como la educación y los servicios básicos.
Lo que sí amerita un cambio
Aunque para el exasambleísta Henry Cucalón las reformas a la Constitución se pudieron hacer vía la Asamblea Nacional, cree que el cambio de la Carta Magna aprobada en 2008 es urgente y se debería empezar con la estructura del Estado, para que el país vuelva a tener tres poderes, eliminando el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (Cpccs).
Por su parte Enrique Herrería, exjuez constitucional y exasambleísta, cree que en la nueva Constitución se debe reformar a la Corte Constitucional y al sistema de justicia, pues considera que se ha permitido la liberación de los delincuentes, incluso con sentencia ejecutoria, lo que ha abonado a la inseguridad que vive el país.
La calidad de los asambleístas
Al politólogo César Ulloa lo que le preocupa es la calidad de asambleístas que se elijan para conformar la Asamblea Constituyente, por las reglas de participación, que son las mismas que rigen para la elección de los asambleístas actuales, es decir, cualquiera puede ser candidato.
“Asistimos a un acto donde hay mala calidad de la política, porque probablemente elijamos a los menos malos de las dos fuerzas políticas que tendrán el mayor número de escaños”, señaló el experto.
Además, Henry Cucalón espera que la Asamblea Constituyente, si se instala, se centre en trabajar por elaborar una Constitución que beneficie al país y que no se convierta, como la actual Asamblea Nacional, en “un ring electoral y ajuste de cuentas” entre las dos organizaciones políticas que, seguramente acapararán los escaños.








