Diego Zamora heredó el talento y la afición por la música de su padre

Cuando se comparte una afición entre un padre y un hijo, la relación va más allá. Se vuelve mucho más sólida. Se estrecha. Se acerca. Tiene hasta otro significado. Sobre ello sabe muy bien Diego Zamora Mendieta, cuyo padre, Diego Zamora Orellana, fue su primer maestro musical. Aquel que le mostraría un camino en el que hoy sigue andando.

Los primeros conceptos, las primeras herramientas, las primeras canciones, la manera de diferenciar una buena composición de una mala. Todo esto aprendió Diego Zamora Mendieta de progenitor, a quien lo califica un musicólogo por excelencia.

“Mi papá sabe tocar entre 12 y 15 instrumentos. Yo le veía tocar los instrumentos de cuerda, de viento, y me preguntaba cómo lo hacía. Ya solo con la experiencia entiendo muchas cosas”, dice Diego, quien recibió como primer instrumento una guitarra de San Bartolomé.

A las cuerdas de la guitarra las rasgaba, las tocaba, y, en eso, Diego Zamora Orellana le enseñó y le guio por ese basto mundo de la música a tal punto que, cuando ya tenía siete años de edad, empezó su carrera musical profesional.

A esa edad, Diego Zamora Mendieta se sumó hasta lo que entonces era Mónica y Diego, un dúo conformado por sus padres. Al sumarse la agrupación se transformó en Mónica y sus dos Diegos, un trío que en el presente sigue resonando entre la música de Ecuador y Latinoamérica.

Enseñanzas que le compartió su padre

Cuando ya formaba parte, el Diego mayor le dijo al Diego niño: aquí yo no soy tu papá, yo soy el director del grupo. Allí, aquel niño músico entendió que no iba a haber preferencias, sino el trato justo para cada uno. También entendió y aprendió el valor de la disciplina de hacer bien el trabajo.  

Estas enseñanzas se reflejan en el presente, en la labor que cumple Diego Zamora Mendieta. Quién no ha escuchado su voz, quién no lo ha visto en diferentes espacios, tanto dentro como fuera de Ecuador. Gracias a un talento que fue inculcado por sus padres, y que ha dejado algunos reconocimientos, como ganador del primer lugar en la Competencia Internacional de Canto Lírico de Salzburgo, Austria.

O el reconocimiento que recibió por parte de la Casa de la Cultura Benjamín Carrión, institución que le entregó el Mérito Cultural Internacional. O el ser nombrado como Embajador Turístico del Ecuador por parte del Ministerio de Turismo.

En fin. Los reconocimientos y los logros son innumerables tras una vida dedicada a la música gracias al impulso de Diego y Mónica.

“Siempre vuelvo donde mi papa. Le pido consejos, le pido ayuda, le pido guías sobre la música. Siempre acudo a él”, dice Diego. (I)

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