
En Nuevo Alausí, uno de los cinco barrios de la ‘zona cero’ del grave deslave ocurrido el 26 de marzo de 2023, la tierra se tragó a, al menos, la mitad de las viviendas. Hay quienes decidieron regresar a vivir en lo que quedó del sector luego de dos años y casi cuatro meses, 75 fallecidos y decenas de damnificados.
No vuelven tan convencidos. Lo hacen porque no tienen a dónde ir. Con el tiempo se cansaron de pagar arriendos abusivos y garantías elevadas. Y, claro, el sentido de pertenencia es el mayor imán que los atrae a su hogar.
Pero nada es como antes. En el ambiente de Nuevo Alausí se percibe soledad. Acceder a este sector del cantón requiere un paso obligado por una estrecha e improvisada vía de tierra.
Al llegar al barrio, la mayoría de las casas están vacías, los medidores de luz han sido desconectados y el viento mueve alguna ventana que ha quedado abierta y, en el interior de ciertas viviendas, se escucha el sonido lejano de una radio o voces que parecen lentas.
Jenny Pilamunga, afectada por el deslave que vivía en la ‘zona cero’, recuerda con gran tristeza como la noche del 26 de marzo lo perdió todo. “Ese día la tierra abrió sus fauces y acabó con la mitad del sector”, comenta.
En Nuevo Alausí vivían al menos unas 70 familias. Hoy, han vuelto cerca de 20 para tratar de rehacer su vida. Tienen agua, pero carecen de suministro eléctrico.

Mientras cuentan esta realidad, recuerdan que antes del infortunio, había vecinos que ya anticipaban el desastre, pero nunca se consideró su voz de alerta.
Pilamungo relata que las autoridades locales se limitaban a pedir tranquilidad pues, según ellos, no iba a pasar nada, “van a caer dos o tres piedras, no se asusten ni se alarmen”, les decían.
Lo que vivieron esa noche no se borrará nunca de sus mentes, cuando el miedo y la tensión les obligó a reaccionar de manera improvisada al no saber “qué hacer ni cómo reaccionar”.
Y después, tampoco… “No hubo seguimiento psicológico, nadie nos ha dicho ni preguntado si estamos con trabajo o en dónde estamos viviendo”, comenta entristecida Pilamunga.
Tampoco conoce ningún informe sobre lo que pasó, pasa y pasará en la zona de riesgo.
Ahora, hay gente viviendo en el lugar pese al inminente peligro. “Es doloroso verlos en el barrio, pero no tienen a dónde más ir por lo costoso de los arriendos”. Niños y adultos mayores siguen en el barrio.

Don José Marcatoma es uno de esos vecinos que volvió a su casa en la zona cero, en el polígono de riesgo defino por la Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos.
En su rostro y sus palabras se percibe desazón. Pese a ser uno de los afectados, no aceptó una de las viviendas que otorga el Gobierno.
Sostiene que aquello que les ofrecen no se compara con todo lo que levantaron con esfuerzo durante varios años. Por eso prefirió regresar con su esposa a casa y dejar “que pase lo que tenga que pasar”.
Muy cerca de don José, vive Manuel Taco. Él visita con regularidad su casa, aunque ya no vive en el lugar. El deslave se “tragó” a dos primos y un cuñado. El día del siniestro, no estuvo en casa y solo llegó a ver como sus vecinos lo perdieron todo.
Si bien hay soledad e incertidumbre, existe fe. Nuevo Alausí es un barrio que comienza a resurgir con la memoria en el corazón y la esperanza en la frente.
Casas con avance del 40 %

En el barrio Mulliquinz, en Alausí, junto a la plaza de toros, se construyen 57 soluciones habitacionales para los damnificados del deslave del 26 de marzo. El avance de la obra es del 40 %, según reportaron representantes del contratista encargado de la obra, Xavier Pichuchu.
Armando Cevallos, superintendente de obras, comentó que la construcción de las 57 viviendas, para los beneficiarios del desastre natural, tiene un costo de 1.5 millones de dólares y se espera terminarlas en octubre de este año.
Las construcciones ocupan un área de terreno de 6.000 metros cuadrados, de 13.000 disponibles. También se construirá una casa comunal, un área recreativa para niños y otra para adultos.
Del total, 56 viviendas son de dos plantas y una de acceso universal para personas con discapacidad.
Un grupo de beneficiarios coincidan en agradecer a quienes hicieron posible la obra, al “Gobierno, al Alcalde y los concejales… Lo hemos perdido todo, menos la esperanza. Perdimos a nuestras familias. Hay hijos sin sus padres sin sus hermanos…”. (I)
Días contados al ‘peaje’ en vía E35

El grave deslave del 26 de marzo también se llevó un importante tramo de la panamericana E35 que conecta la sierra centro con al Austro del país.
Debido a la pérdida de la carretera, se han abierto algunas variantes. Una de ellas es la vía Casual, la más corta y utilizada de todas las variantes.
Por el momento está a cargo de los habitantes de las comunidades Aipud y Casual quienes cobran un ‘peaje’ a quienes pasan por el lugar.
Por ahora, este tramo no lo asumen las instituciones públicas como el Ministerio de Transporte o el Municipio, debido a que está en el polígono de riesgo.
Los habitantes de Casual y Aipud se han visto obligados a abrir la carretera debido a que necesitan movilizar a cerca de 200 estudiantes. Sin esta vía, tendrían que caminar una larga distancia y eso no están dispuestos a hacer.
Remigio Roldán, alcalde de Alausí, señaló que un estudio de la nueva vía panamericana dará la solución definitiva en este tramo. Además, esperan analizar el polígono de riesgo. Por otra parte, esperan declarar el tramo que se cobra ‘peaje’ como zona de utilidad pública para que se use sin necesidad de cobro. Por el momento esta dentro de propiedades privadas. (I)
Datos:
- Por el momento para cruzar Alusí y seguir la ruta hacia el norte del país existen tres rutas alternas.
- La ruta más corta es por Casual, en la que comuneros asfaltaron una vía y cobran un ‘peaje’ voluntario.
- Otras variantes son por Pueblo Viejo, con 8 kilómetros de asfalto, y García Moreno, con 22 kilómetros de lastre.
- Según datos de la Municipalidad de Alausí, se estima que pos esta zonas pasan unos 4.500 carros al día.
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