Cuenca es, para la mayoría de sus habitantes, una ciudad donde se valora el barrio que se habita.
Sin embargo, bajo esa percepción positiva emergen fisuras relacionadas con la inseguridad, la erosión del tejido comunitario y las desigualdades de género que se viven en el espacio urbano y rural.
Así lo revelan los resultados de la Encuesta de Percepción Cuenca Cómo Vamos 2025 y los testimonios de dirigentes barriales y expertos consultados.
- El 52,3 % de los cuencanos se declara “muy satisfecho” con su vivienda, barrio, parques, áreas verdes y equipamientos recreativos
- Un 31,1 % está “algo satisfecho”. En conjunto, el 83,4 % de la población expresa una valoración positiva de su entorno inmediato.
- No obstante, un 16,6 % se siente «poco satisfecho» o «nada satisfecho».
La satisfacción no es homogénea. Por nivel socioeconómico, el grupo alto/medio alto presenta los mayores niveles de bienestar (57,8 % muy satisfecho y solo 0,9 % nada satisfecho).
En contraste, en el nivel bajo, el porcentaje de “muy satisfechos” cae a 47,3 % y el de “nada satisfechos” sube a 6 %, lo que evidencia brechas en la calidad del entorno urbano.
Por género, los hombres muestran una percepción ligeramente más positiva que las mujeres, mientras que, por edad, las personas de 46 años o más son quienes se sienten más satisfechas, frente a una juventud que, aunque mayoritariamente conforme, expresa mayores expectativas y demandas sobre la ciudad.
Territorio
El análisis por clústeres refuerza estas desigualdades territoriales.
Sectores urbanos como Bellavista, Machángara y Yanuncay (Clúster U-2) alcanzan los niveles más altos de satisfacción (61 % muy satisfecho)
Mientras que zonas rurales como Llacao, Nulti, Paccha y Ricaurte (Clúster R-1) muestran menores niveles de bienestar (39,4 %) y mayor insatisfacción (18,2 %).
Para el arquitecto Diego Pesántez, esta brecha urbano-rural también se refleja en el mantenimiento de calles, áreas verdes y equipamientos, un tema que sigue siendo una deuda estructural.
“No basta con tener áreas verdes; hay que diseñarlas bien, iluminarlas, mantenerlas. Crear ciudad para el peatón, no solo para los vehículos. La planificación barrial debe pensarse desde el mantenimiento y la corresponsabilidad ciudadana”, aseguró.
Confianza en el vecindario
La encuesta revela también que el 69,1 % de los encuestados dice confiar en sus vecinos, un dato clave en una ciudad donde históricamente el barrio ha sido un espacio de cohesión social.
Para Víctor Quito, expresidente de la Federación de Barrios de Cuenca, la confianza se ha ido deteriorando.
“Antes los vecinos se conocían, se saludaban, se decían ‘dará echando un ojo mi casa’. Eso se ha perdido”, afirmó.
«Hoy la preocupación número uno ya no es la obra en los barrios, ni el empleo, es la inseguridad», agregó.
La encuesta confirma esa percepción. Solo el 16,8 % de la población se siente “muy segura” en parques, plazas y calles de Cuenca, mientras que más del 41,2 % se siente inseguro o muy inseguro.
Las mujeres, las personas mayores y los sectores socioeconómicos bajos reportan mayores niveles de temor.
En los barrios en particular, la percepción mejora ligeramente, pero sigue siendo frágil: uno de cada cuatro cuencanos se siente «inseguro» o «muy inseguro» en su propio barrio.
“La delincuencia avanza en los cuatro puntos cardinales de Cuenca. Mucha gente no denuncia porque no confía en la justicia o no tiene recursos”, agregó.
El dirigente barrial cuestiona la falta de un plan integral de seguridad, la inoperatividad de algunas UPC y la ausencia de una estrategia socializada con los barrios urbanos y rurales.
Para él, la seguridad no es solo responsabilidad del Estado.
“Esto se enfrenta con unidad, dejando banderas políticas. Seguridad es ciudadanía, barrios, universidades, policía, Fuerzas Armadas y sistema judicial trabajando juntos”, aseveró.
Espacio público
Un dato contundente atraviesa toda la encuesta: el 80,1 % de la población considera que los espacios públicos son “muy importantes” para su bienestar personal.
Esta valoración es alta en todos los clústeres, incluso en los rurales.
Sin embargo, la percepción de seguridad en estos espacios apenas alcanza un 58,8 % de personas que se sienten “algo seguras o muy seguras”, con una brecha marcada por género: los hombres se sienten más seguros (20 %) que las mujeres (14,6 %).
Otro de los hallazgos del estudio es que el 17,5 % de la población ha sufrido acoso sexual en espacios urbanos, cifra que se eleva al 24,2 % en mujeres, frente a un 7,5 % en hombres.
Para la socióloga Doris Soliz, estos números reflejan una inseguridad estructural.
“El espacio urbano no es plenamente seguro para las mujeres. El acoso, verbal o físico, condiciona su forma de habitar la ciudad y duplica su sensación de inseguridad”, señaló
Soliz agrega que estas violencias están ligadas a factores culturales, como la normalización del machismo, la cosificación de la mujer en redes sociales y la falta de control sobre contenidos que reproducen estereotipos sexistas.
“Mientras la sociedad normalice estas conductas machistas, seguirá alimentando la violencia de género en la vida cotidiana”, indicó.
El problema se agrava en ciertos territorios y en el transporte público, donde los casos de acoso alcanzan hasta el 23,3 % en el clúster R-1 (Llacao, Nulti, Paccha, Ricaurte).
Inseguridad
La encuesta revela también que el 15 % de la población fue víctima de delincuencia en el último año y el 74 % denunció está situación.
La inseguridad vial y el acoso sexual forman parte de una percepción más amplia de riesgo cotidiano.
“La inseguridad no es solo el robo o el narcotráfico. También es violencia de género, racismo, machismo. Enfrentarla requiere educación, comunidad, transporte capacitado y estrategias permanentes desde los GAD”, indicó Soliz.
Los datos muestran una ciudad que todavía genera satisfacción y sentido de pertenencia, pero que enfrenta dificultades de seguridad y convivencia.
La planificación urbana, el mantenimiento del espacio público, la corresponsabilidad ciudadana y un enfoque de género aparecen como ejes ineludibles.
«Hacer barrio es pensar en el peatón, en el vecino, en la convivencia. Pero también en que la ciudadanía participe y cuide su entorno”, afirmó el arquitecto Pesantez.
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