Máximo Ortega y la escritura de lo insólito en “A Shakira le gusta la ayahuasca”

Escritor Máximo Ortega. Cortesía

El escritor azogueño Máximo Ortega presentó el 4 de septiembre de 2025, en la librería Librimundi del Mall del Río su libro “A Shakira le gusta la ayahuasca”, una serie de relatos que cruzan ciencia, tecnología, espiritualidad y fantasía.

El evento contó con los comentarios de los escritores Iván Petroff, Jorge Arízaga y Ernesto Arias, quienes destacaron la versatilidad narrativa del autor.

La obra, publicada en coedición por El Conejo y Pumaeditores, reúne 12 relatos que se mueven entre la ciencia ficción, la metaficción y lo que el propio Ortega define como una “escritura híbrida”, donde todo elemento —desde una droga ancestral hasta una pantalla de laptop o un código en quichua— se convierte en materia literaria.

“Queremos que haya reflexión”, dijo el autor, quien considera que la literatura debe dialogar con los dilemas de la época. La inteligencia artificial, los mundos paralelos, las nuevas formas de conciencia y la interacción humana en tiempos de digitalización extrema.

Relatos

El título, con evidente guiño pop, alude a la dimensión espiritual y a la búsqueda de sentido en medio del vértigo contemporáneo.

“La ayahuasca no es solo una sustancia, sino una metáfora de las puertas que abrimos al conocimiento y al delirio”, explicó Ortega, para quien el juego entre lo real y lo imaginario es también un acto de resistencia ante la homogeneidad del pensamiento.

En los relatos, el autor despliega escenarios y registros diversos. El viaje de una Shakira que se adentra en visiones alucinógenas; un diálogo entre extraterrestres y Jesucristo desde la pantalla de una computadora.

Además, sociedades pospandémicas dominadas por algoritmos; la defensa del ecosistema a través de un perro fiel. Un códice en quichua que esconde los tesoros del Tahuantinsuyo. Todo convive en un universo narrativo donde lo fantástico se confunde con lo cotidiano.

El crítico Dalton Osorno destaca la solidez de esta “literatura funcional bien estructurada”, que interpela al lector sin moralejas y asume el relato como “un eco de otros relatos”, retomando la idea de Tzvetan Todorov.

Ortega, dice Osorno, “reelabora, anuda y desanuda” sus historias en una escritura que explora los límites de la imaginación y el pensamiento. Son 135 páginas donde la ciencia, la fe, el deseo y la tecnología conviven en una misma sustancia narrativa. (I)

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Patricia Naula Herembás

Patricia Naula Herembás

Licenciada en Comunicación Social con experiencia en medios tradicionales y digitales. Hace coberturas y en redacción de temáticas de emprendimiento, empresarial, sociedad e interculturalidad.
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