Correa se ha vuelto loco. Sí. Desde que pasaron las elecciones el pobre hombre no puede dejar de llorar por redes. Asegura que fue fraude. Que sus encuestas, hechas por sus propios consultores, le daban la victoria. Que el tracking poll, que en español quiere decir medición diaria del electorado, le daba la ventaja en la segunda vuelta. Pero nones. No fue así. El correísmo es su propio enemigo.
Vamos a hacer un pequeño repasito a la segunda vuelta electoral. Los errores que, en mi lectura, hicieron que la presidencia se les escape de las manos. A simple vista, y de acuerdo con elecciones pasadas, suelen decir que el caballo que remonta gana. Y ese era el escenario de la Rana René. Ehh, perdón. De la señora Luisa González.
En el debate la candidata de Canuto llegó arrasando con todo. Realmente trató como un trapo a Nobita. Vociferante. Encaradora. Con ganas de que corra sangre en cada respuesta. Estaba bien entrenada. Los estrategas le dieron la instrucción de salir con toda la carne de cañón. Que si el candidato era mudo que le caiga no más. Que se le burle. Ele. La gente decía que esa postura no fue la acertada.
La otra burrada, y creo que la piedra angular de la derrota, fue hablar de la desdolarización. Como siempre, la particular Paola Cabezas, en una entrevista en un medio nacional, dijo que había que pensar en una dolarización a la ecuatoriana. Y para rematar, el recalcitrante Ricardo Patiño, en un diálogo con su amo y señor Rafael Correa, dijo abiertamente que el dólar está perdiendo valor. ¡Qué genialidad!
Creo que en ese momento la campaña ya estaba cuesta arriba. La revelación de los chats de la Liga Azul fue determinante. Nos dejó ver cómo el correísmo quería hacerse del control de todas las entidades del Estado. Un plan maquiavélico. Revanchista. Un intento desesperado por limpiar el pasado jurídico de sus líderes para allanarles el camino de regreso al poder. Querían enquistarse. ¡Uf, de lo que nos salvamos!
Y la cerecita del pastel fueron los Gestores de Paz. Una especie de grupo paramilitar encargado de vigilar la seguridad en cada barrio. Nos querían dorar la píldora. Esos grupitos, como pasa en Venezuela, son los encargados de meter garrote a quienes se quejan del régimen. Como resultado de toda esa fanesca de errores perdieron con más de doce puntos porcentuales. De ese bochorno no se regresa. Y creo que con eso colorín colorado el correísmo se ha acabado. Por el momento.(O)
