Entre goles y abrazos, la vida de papá de Lucas Mancinelli

Lucas Mancinelli vive el fútbol con pasión, entrega y profesionalismo, pero fuera de la cancha su mayor título es el de ser papá. El volante argentino del Deportivo Cuenca no solo destaca por su liderazgo y constancia dentro del campo, sino por el rol que cumple en su hogar junto a sus dos hijos: Bautista y Delfina, su adoración.
La paternidad le llegó en dos momentos distintos de su vida. “Cuando nació ‘Bauti’ era más joven, no sabía muchas cosas. Con Delfina me agarró más maduro”, cuenta.
Y aunque cada experiencia fue diferente, ambas le cambiaron la vida para bien. Hoy, ser papá es lo que más disfruta, una faceta que no cambiaría por nada en el mundo.
Combinar el rol de futbolista con el de padre no ha sido fácil, sobre todo por el poco tiempo libre que ofrece la profesión. Sin embargo, Lucas aprovecha cada instante. Su esposa, Brenda Acuña, es su gran aliada, quien se encarga de la agenda familiar y no pierde detalle de lo que viven juntos.
La familia ha aprendido a adaptarse al ritmo del fútbol, y Lucas también se adapta al de ellas. “Yo me acostumbro al ritmo de ellas, pero también ellas se mueven a mi ritmo para compartir. Es duro, pero lo aprovecho al máximo”, dice.
Después de cada partido de local, su hija lo acompaña en una rutina que ya es tradición: entra a la cancha y luego comparten una comida juntos. Si marca un gol, la celebración es aún más especial. “Con mis hijos lo festejo al máximo. Soy un privilegiado al tener a mis hijos que están siempre en las malas y buenas. Me reconforta”, confiesa, emocionado.
Para Mancinelli, es difícil desconectarse del fútbol. Siempre quiere ver partidos, analizar jugadas, vivirlo a pleno. Pero, aun así, sus hijos son prioridad.

“Mi familia y mis nenes son mi pasión”, asegura. Ser padre lo ha llevado a una etapa de madurez que lo impulsa tanto dentro como fuera del campo.
Su sueño es que sus hijos compartan su amor por el deporte, aunque sin presiones. Bautista, desde Argentina, ya muestra interés por el fútbol. Delfina, en cambio, disfruta de las telas y la natación. Y aunque los caminos sean distintos, Lucas se muestra orgulloso de ambos.
“Mientras sean felices, yo soy el papá más orgulloso. Quiero que sean felices. Ese es mi sueño”.
Pese a la exposición mediática y el reconocimiento que ha ganado en Cuenca, su fama no le ha cambiado. Siempre se toma el tiempo para una foto, un saludo, una sonrisa. “Delfi también se une a las fotos y disfruta de que su papá sea famoso. A veces me da vergüenza, pero sonrío para que pase”, dice entre risas.
Uno de sus sueños
Uno de sus grandes anhelos es que ambos hijos puedan acompañarlo juntos en un partido. “Con Bauti ya salí a un partido en Argentina. Con Delfina tenemos nuestras Noches Coloradas. Mi sueño es que ambos estén conmigo en un partido. Sería algo genial”.
Lucas no se considera ni buen ni mal padre, simplemente alguien que aprende cada día. Lo sorprende el cariño que recibe de sus hijos y eso, dice, le alimenta el alma.
“Mi consejo al papá futbolero es que deje a sus hijos disfrutar, que estén presentes en el día a día, en toda actividad. Ser padre es las 24 horas, no solo papá un rato. Que los niños disfruten y los padres apoyen”.
Así, entre entrenamientos, partidos, viajes y celebraciones, Lucas Mancinelli construye una vida en la que el fútbol y la familia conviven con armonía. Porque más allá de los goles, los aplausos y los títulos, para él, el mayor logro es ser un buen papá.