Las remesas siguen siendo un pilar invisible pero determinante de la economía ecuatoriana.
Durante el primer semestre de 2025, los migrantes enviaron al país USD 3.725 millones, una cifra sin precedentes que representa un incremento del 24 % respecto al mismo periodo del año anterior, según el Banco Central del Ecuador (BCE).
De acuerdo con un estudio de Luis Tobar Pesántez, director de la carrera de Economía de la Universidad Politécnica Salesiana (UPS), este crecimiento ocurre en un contexto complejo: el endurecimiento de las políticas migratorias en Estados Unidos, principal origen de las remesas (76 % del total), y la inminente aplicación de un impuesto del 1 % a los envíos en efectivo desde 2026.
A pesar de ese panorama, el flujo de dólares hacia Ecuador no se ha reducido, sino que continúa en expansión. Tobar interpreta este fenómeno como una reacción preventiva de los migrantes ante un posible escenario adverso y como reflejo de la necesidad económica de sus familias.
Ecuador, entre los países latinoamericanos más dependientes de las remesas

En el contexto regional, Ecuador se ubica entre las economías con mayor dependencia de las remesas. En 2024, estos ingresos representaron el 5,25 % del PIB, superando el promedio latinoamericano (2,49 %) y situando al país por encima de México, Colombia o Perú. Solo Nicaragua, Honduras y El Salvador muestran niveles de dependencia más altos.
Las remesas enviadas desde Estados Unidos hacia América Latina superaron los USD 160.000 millones en 2024. Por eso, la nueva legislación estadounidense que grava los envíos en efectivo preocupa a los países receptores.
Un índice de Bancolombia ubica a Ecuador con baja vulnerabilidad (1,9 puntos sobre 10), en contraste con México o El Salvador, los más expuestos. Sin embargo, Tobar advierte que incluso un impacto moderado puede tener consecuencias notorias en las economías locales.
Guayas, Pichincha y Azuay concentran casi el 75 % de las remesas

El análisis provincial del BCE revela que cinco provincias concentran el 74,7 % de las remesas recibidas:
- Guayas: USD 1.150 millones
- Pichincha: USD 659 millones
- Azuay: USD 615 millone
En contraste, Galápagos apenas recibió USD 3 millones.
A nivel cantonal, Guayaquil, Quito y Cuenca son los mayores receptores, con más del 55 % del total nacional.
Sin embargo, el impacto per cápita es más visible en Cañar, donde los cantones superan ampliamente el promedio nacional de USD 206 por habitante. Por ejemplo, Suscal registra USD 2.339 por persona, once veces más que la media nacional.
Estas cifras confirman que, en muchas comunidades del Austro ecuatoriano, las remesas son el principal sostén de la economía local, financian educación, salud y consumo, y mantienen la actividad comercial en zonas rurales.
Estados Unidos, principal origen de las remesas ecuatorianas
Entre enero y junio de 2025, los migrantes ecuatorianos en Estados Unidos enviaron USD 2.838 millones, lo que implica un incremento del 31 % respecto al mismo periodo del año anterior.
España ocupa el segundo lugar con USD 533 millones, seguida de Italia, Reino Unido y México, con participaciones menores.
El BCE calcula que las remesas llegaron al país mediante más de 10,9 millones de giros, procesados por bancos, cooperativas y remesadoras. Solo en comisiones, las entidades que operan este servicio obtuvieron cerca de USD 90 millones durante el semestre.
Ecuador también envía remesas: caída del 37 % en 2025
Aunque en menor escala, Ecuador también es emisor de remesas. En el primer semestre de 2025, el país envió 221 millones de dólares al exterior, una caída del 37 % respecto al año anterior. Colombia recibió el 60 % de ese total, seguida por Perú y Argentina.
La reducción se asocia a la desaceleración económica interna y a la pérdida de empleo formal.
Por cada dólar que Ecuador envía al exterior, ingresan más de dieciséis, lo que evidencia la asimetría estructural de su economía.
Perspectivas: invertir las remesas y planificar el retorno

Luis Tobar advierte que, aunque el panorama actual es positivo, Ecuador debe prepararse para un escenario menos favorable. La alta concentración de remesas en pocas provincias hace que cualquier reducción tenga efectos amplificados en esos territorios.
Por ello, recomienda que el Estado fomente la inversión productiva de las remesas y ofrezca incentivos al retorno de migrantes con capital y conocimientos. Solo así, dice, se podrá convertir el envío de dinero en un motor sostenible de desarrollo local.
ENTREVISTA / Lorena Escudero Durán, extitular de la Secretaría Nacional del Migrante (Senami)
“Migración refleja mayor desigualdad en el país”

Lorena Escudero Durán, doctora en Sociología Política, docente e investigadora en la Universidad de Cuenca. Exministra y excónsul en Madrid. Especialista en pensamiento crítico, migraciones y crisis civilizatoria. / XCA
– Los datos del Banco Central revelan que Ecuador recibió más de 3.700 millones de dólares en remesas en solo seis meses. ¿Es un signo de fortaleza económica o una dependencia riesgosa?
Hay muchas circunstancias que han llevado a esta realidad. Tras la pandemia y su mala gestión por parte de los gobiernos, en 2022 se dio una nueva ola migratoria, más familiar que individual. Salieron familias completas: más personas trabajando en el exterior y más deuda en Ecuador, lo que eleva el volumen de remesas.
Además, el temor por las políticas de (Donald) Trump y la persecución hacen que la gente envíe casi todo lo que gana. Antes había ahorro en destino; hoy, la vida es más cara y las personas (también su dinero) se sienten más inseguros allá.
– El 76 % de las remesas proviene de Estados Unidos, justo cuando ese país endurece medidas e impone gravámenes. ¿Qué impacto prevé para las familias ecuatorianas?
Ese es el efecto Trump. De acuerdo con estudios de expertos, el anuncio del 1 % para 2026 ya genera temor, y la gente prefiere enviar sus ahorros antes de que sea más costoso. El impacto es negativo porque no hay una orientación productiva del dinero, sino una motivación basada en el miedo.
– En cantones como Suscal o El Tambo las remesas superan diez
veces el promedio nacional per cápita. ¿Cómo convertir ese flujo en inversión productiva?
No se puede hablar solo desde la economía, sino desde el desarrollo humano. Se necesita una política integral que desincentive la migración forzada e impulse educación, salud y empleo en los territorios. Luego, orientar las remesas hacia proyectos productivos locales, con apoyo del Estado y de los gobiernos locales.
– ¿Qué fallas estructurales de la economía revela esta dependencia?
Que no tenemos un proyecto de país. El Ecuador no solo sigue siendo desigual, es más desigual que nunca antes y los indicadores de pobreza, falta de empleo y violencia son de los más altos de la región.
La gente migra por falta de empleo digno, salud, educación y seguridad. Hoy esa estampida migratoria se ha detenido, pero seguramente será temporal porque, según estudios, un altísimo porcentaje de ecuatorianos desea salir del país.
Seguramente se abrirán otras rutas migratorias porque las personas no encuentran razones para quedarse en Ecuador.
– ¿Ecuador ha tenido una política migratoria integral o solo ha reaccionado ante coyunturas?
Hubo un intento tras la crisis de los noventa, pero se perdió. No existe hoy una política de Estado. Se debe retomar una visión integral que proteja los derechos de la persona migrante: su derecho a quedarse, viajar seguro, integrarse en destino y volver con oportunidades.
Hay que fortalecer consulados, la política exterior y los apoyos a familias migrantes. No verles solo como remitentes de dinero, sino como ciudadanos con derechos.
– En 2026 se prevé un impuesto del 1 % sobre los envíos desde EE.UU. ¿Qué puede pasar?
Los estudios recientes muestran que inicialmente aumentarán las remesas por el temor, pero luego caerán porque ya no habrá ahorros. Esto afectará a familias y territorios.
Hoy la liquidez que llega del exterior sostiene al país ante un desorden fiscal interno, la falta de perspectiva de país, la falta de solución a las necesidades fundamentales de las personas y la violencia generalizada.
Pero si no hay un cambio estructural y de políticas, la migración seguirá siendo una salida desesperada, las remesas no solventarán las necesidades de la gente ni sus territorios de origen y seguiremos sin horizonte. (I)
OPINIÓN
“Somos potencia, pero no lo sabemos”

Walther Sinche, director ejecutivo de la alianza Ecuatoriana International.
Las cifras dicen que los ecuatorianos en el exterior enviamos más de 3.700 millones de dólares en solo seis meses. En realidad es más, porque nadie cuenta el dinero que se manda en efectivo o se lleva en mano.
Detrás de esas cifras hay jornadas inhumanas, desvelos y la angustia de miles de compatriotas que trabajan sin descanso para sostener no solo a sus familias, sino también a una economía nacional que depende de nosotros más de lo que quiere reconocer.
Desde Estados Unidos, vivimos tiempos difíciles. Los nuevos controles migratorios y los impuestos a los envíos en efectivo golpean especialmente a quienes temen ser deportados. Muchos reducen sus gastos, otros pierden sus empleos y algunos, tristemente, pierden la esperanza. Hay estrés, depresión, miedo. Y, sin embargo, seguimos enviando dinero.
El Ecuador se sostiene con nuestras remesas, pero también nos exprime: pasaportes caros, trámites abusivos, aduanas corruptas. Hasta en la muerte nos complican el retorno.
Somos una potencia económica que sostiene dos países, pero seguimos sin voz, sin organización y sin políticas reales que nos protejan.
No pedimos privilegios, pedimos dignidad. Que el Estado deje de vernos como cajeros automáticos y empiece a tratarnos como lo que somos: trabajadores que han mantenido viva la economía de un país que, paradójicamente, nos obligó a marcharnos.
Mantenemos dos economías gracias a las oportunidades de esta nación y, sin embargo, no tenemos derechos en este país menos en el nuestro. (O)



