Choferes, choferes…

Los ecuatorianos nos hemos acostumbrado a los accidentes de tránsito en calles y avenidas de las ciudades y en las vías interprovinciales.

Ni leyes, ni ordenanzas, ni campañas de concienciación, ni educación vial aunque sea a medias, ni siquiera la pérdida de vidas humanas, la cantidad de heridos, algunos postrados en sillas de ruedas para siempre, los huérfanos, a más de las pérdidas materiales, son un escarmiento.

Tan pronto como ocurren los accidentes, y es cosa de todos los días, son difundidos por redes sociales, por los medios tradicionales, formando parte de ese “bosque” de noticias negativas, como pasa con las generadas por el crimen organizado, cuyos hechos de sangre   copan noticiarios enteros de algunos canales de televisión.

Un vehículo “no pierde pista”, no rebasa en curva, no atropella a una persona, causándole heridas, matándola o la postrándola de por vida; tampoco se va encima de otro cuando el semáforo está en rojo.

Los vehículos son máquinas estructuradas; no se mueven por sí solas; tampoco “conocen el camino” como piensan los ilusos. Son conducidos por choferes, se presume, previamente capacitados, portadores de una licencia según las categorías establecidas en la norma y no sin antes rendir pruebas psicosensométricas y sobre la Ley de Tránsito.

Esos choferes –se deduce– son seres humanos, padres de familia, solteros pero con proyección, jóvenes con un horizonte  prometedor, y, por lo tanto, conducirían prevalidos de la razón. He allí la diferencia con el resto de animales, así estos “anden en cuatro” y ellos en dos.

Pero muchos no lo entienden así o no quieren entender.

Otros, “de puro listos”, no llevan sus vehículos a la revisión técnica, o sus responsables les pasan por alto cualquier desperfecto.

Han convertido al Ecuador en uno de los países de la región con la más alta accidentabilidad. Lo peor, han sembrado esta costumbre funesta en el país. ¿Eso somos?

DZM

Licenciada en Ciencias de la Información y Comunicación Social con experiencia en coberturas periodísticas, elaboración de suplementos y materiales comunicacionales impresos. Fue directora de diario La Tarde y es editora.

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