
Si bien está en su derecho, mal hace el presidente Daniel Noboa con organizar una marcha de protesta contra la Corte Constitucional (CC), por el solo hecho de haber suspendido algunos artículos de tres leyes, según el Gobierno, claves e impostergables para luchar contra el crimen organizado, liderado por el narcotráfico.
No es propio de un estadista, y Noboa parece no entenderlo, tampoco de su equipo de trabajo, impulsar la tensión social, cuando, como lo han sugerido, debe acudir a la Corte a defender en derecho sus leyes.
Al parecer, su equipo jurídico no redactó los proyectos ciñéndose a la Constitución, en los dictámenes ya establecidos y cuya jurisprudencia es regla, peor anticipándose a potenciales demandas de inconstitucionalidad, como finalmente ocurrió y con resultados desfavorables.
A ese tinglado coadyuvó la mayoría oficialista en la Asamblea Nacional, donde hay de todo, menos el conocimiento del derecho constitucional.
Guste o no, rige una Constitución garantista, hipergarantista para muchos; para otros, elaborada para un proyecto político en particular, pero todos deben respetarla, comenzando por el Presidente de la República, a más de hacerla respetar.
Necio y hasta egoísta sería negar los esfuerzos del Gobierno para enfrentar a los grupos delictivos, si bien los resultados no son los esperados y, más bien, ha aumentado la criminalidad.
Pero de allí a querer imponer a la fuerza leyes ambiguas, así su pretendida aplicación la vea bien un gran segmento de la población, dispuesta incluso, a lo mejor por la angustia, el miedo, a renunciar a varios de sus derechos para recuperar la paz, existe un gran abismo.
Peor todavía encender la mecha de la crispación social. Ya el jueves anterior, en Quito varios sectores sociales salieron a las calles para respaldar a los jueces de la CC.
Presidente Daniel Noboa, es la hora de la reflexión. No de atizar.