“El tiempo —decía Cervantes— suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades.” Para Cuenca, sin embargo, la espera parece agotarse. Ante la urgencia de proteger el agua y defender lo público en salud, educación y vialidad, la respuesta del presidente en su última visita fue la firma de una carta de intención para establecer una Zona Franca Tecnológica. El tiempo dirá si este gesto traerá resultados. Por ahora, la ciudadanía, cortés como siempre, lo recibe con educación, pero no con ingenuidad.
No es la primera vez que una visita presidencial se traduce en un anuncio simbólico. Hace casi dos años, tras una marcha por la vialidad, el ofrecimiento fue la celebración de la Cumbre Iberoamericana en Cuenca. El resultado: el evento con mayor número de ausencias registradas en su historia. Hoy, la respuesta ante las urgencias es un memorando.
La improvisación que marcó este anuncio —solicitado apenas horas antes— explica por qué todo queda, por ahora, en intenciones. Desde hace meses que la academia, en un esfuerzo público y privado, estaba trabajando un proyecto sólido y viable para el desarrollo tecnológico de la ciudad. Sin considerar ese esfuerzo sostenido, llega el memorando apurado -por fuera de estas conversaciones- para generar los tan necesarios titulares.
La pregunta sigue pendiente: ¿cuándo será el turno del Gobierno —incluidos sus representantes en la Asamblea— de escuchar y respetar las decisiones de Cuenca, en especial la de cuidar el agua, defender la educación pública, garantizar la salud y atender la vialidad?
Será el tiempo, como recordaba Cervantes, quien ponga en orden los acontecimientos y determine si las actuales intenciones se traducen en soluciones reales para las dificultades que atraviesan la ciudad y el país. Dificultades que no se resuelven con improvisaciones ni con memorandos de última hora.