Los ecuatorianos volverán a las urnas el 16 de noviembre próximo para responder a las preguntas planteadas en la consulta popular y el referendo. El establecimiento de bases militares extranjeras con propósitos militares; la eliminación de la asignación de recursos públicos a las organizaciones políticas; y la reducción del número de asambleístas, son las preguntas del referendo. La convocatoria o no a una Asamblea Constituyente es la interrogante de la consulta popular. Pero, ¿cuánto conoce el electorado sobre los anexos de tales preguntas, en los cuales suele radicar el meollo del asunto? ¿Tiene, realmente, interés; le importa el debate, hasta el momento superficial, víctima de la polarización derivada del paro indígena, ¿y por la nunca acabada y hasta ya perniciosa discusión correísmo-anticorreísmo? De algún modo, las preguntas del referendo constituyen señuelos si se toma en cuenta su posible incidencia en el ámbito de la seguridad, la casi siempre oposición a la entrega de recursos del Estado a partidos y movimientos; y la animosidad generada por la cantidad de asambleístas, hasta por su calidad intelectual y moral. La “madre de todas las preguntas” sería la relacionada a la Asamblea Constituyente, y se hace notoria en la campaña anticipada entre quienes están por el Sí o por el No. El proponente, es decir el Gobierno, no da a conocer cuál es su proyecto de Constitución, excepto que no contendrá más de 180 artículos. Quienes lideran el No, simplemente llaman a decir No, tratando de convertir a la consulta y al referendo en …







