Durante trece días, a partir de ayer, los ecuatorianos, literalmente, serán “bombardeados” por la propaganda política de cara a la consulta popular y el referendo, propuestos por el presidente Daniel Noboa.
A estas alturas, casi están definidas las tiendas políticas a favor o en contra de las cuatro preguntas planteadas.
El objetivo del gobierno es convencer a los votantes sobre su cuan necesaria es la instalación de bases militares extranjeras en pro de la seguridad interna; sobre la reducción del número de asambleístas, el fin del financiamiento estatal para las organizaciones políticas; y la “cereza” de la consulta: la convocatoria a Asamblea Constituyente.
Los demás organizaciones, registradas o no para hacer campaña ante el CNE, abanderan la campaña por el No las cuatro preguntas.
Es una posición radical, en la cual coinciden los otrora adversarios políticos, ideológicamente opuestos, si bien hablar ahora de ideologías entre tanto movimiento es toparse con el vacío.
Se perfila el mismo escenario político visto durante la segunda vuelta electoral, cuyos resultados favorecieron a Noboa.
Sobre la convocatoria o no a la Constituyente es donde más apuntan los enfoques y los dardos. No será de extrañar si durante la campaña “se roba” el debate, como ya ocurre desde hacía varias semanas.
El gobierno se enfrenta a una dura prueba en las urnas. Es impredecible. Habrá medido las consecuencias en caso de perder. Pero esta es la apuesta principal de sus adversarios, aunque no constituyan una oposición propiamente dicha.
Incluso si gana, el reto será obtener la mayoría de constituyentes; luego esperar para ver si el pueblo aprueba o no la nueva Constitución.
Serán trece días de vértigo político, en los cuales el electorado definirá una posición, esperamos, razonada, crítica, no tanto producto de las emociones.










