El caudal de los cuatro ríos que cruzan por Cuenca comienza a descender de manera acelerada.
Es la consecuencia de la falta de lluvias en las diversas cuencas hídricas durante diciembre de 2025.
Igual debe de ocurrir en los demás afluentes que alimentan al gran Paute, depositario de todos los caudales en el embalse Mazar.
Si este embalse comienza a bajar, y de manera continua, en el país se prenden las alertas, respecto a la generación hidroeléctrica.
¿Está en camino una nueva sequía hidrológica?
Según un reporte de ETAPA EP, los caudales de los río Tomebamba y Tarqui están bajos; los del Yanuncay y Machángara, normales.
A estas alturas del siglo XXI, el suministro de energía eléctrica no debería ser tan preocupante, con mayor razón si hay otras alternativas, muchos “más amigables” con el medio ambiente.
Pero en el Ecuador eso no ocurre.
De allí que, ni bien ver el bajo caudal de los ríos, vuelve la incertidumbre, habida cuenta que la cantidad de energía producida por Coca Codo Sinclair tampoco es la deseable.
Se preveía incorporar 959 megavatios (MW), pero recién están operativos 458 MW, sin contar con la no agregada en 2024.
La diferencia “se hizo humo” a raíz los contratos fallidos con las empresas Progen y Austral, envueltos el líos jurídicos, cuando no de posible corrupción.
Otro contrato para alquilar 260 MG fue adjudicado recién en octubre pasado. Falta la suscripción.
Según el Cenace, el déficit de energía para 2026 será de 1.439 MG.
Tal como está la situación, el servicio eléctrico sigue oscuro. A nivel del Gobierno tampoco hay decisiones determinantes como para abrir a la inversión internacional la producción de energía propia.
Seguir alquilando energía, térmica, además, es un mal negocio para el país; como también es comprándola a Colombia.
Dadas las circunstancias al Gobierno no le queda otro camino, pero es hora de dejar de ver el problema energético con los ojos vendados. Seguimos rezagados.








