Aguas de Cuenca

Durante el período colonial, las regulaciones establecían que, para la fundación de ciudades, debía escogerse terrenos “abundantes en agua dulce” y que “procuren tener el agua cerca, y que se pueda conducir al pueblo y heredades, derivándola si fuere posible”, evitando espacios con aguas malsanas y suelos insalubres.

Esa fue una de las razones por las que, en 1557, se eligió Tomebamba, por sus aguas perpetuas, capaces de regar las tierras sin riesgo de faltar jamás.

Existen múltiples referencias artísticas a los ríos de Cuenca. El poeta Jorge Dávila Vázquez los evoca así: “Agua de Cuenca / y sus ríos tutelares / conduce dulcemente / hacia el futuro/ los sueños de esta tierra / y de su gente)”.

Solo quien ha nacido en Cuenca comprende la íntima relación que sus habitantes mantienen con las montañas que los acogen como una madre y con los ríos que recorren la ciudad como venas, un cordón umbilical que los une a su tierra.

El conflicto socioambiental derivado de la posible explotación del proyecto “Loma Larga” en Quimsacocha invita a reflexionar sobre la profunda relación de un pueblo con sus símbolos y recursos, que no puede ser menospreciada. Más allá del cumplimiento de los parámetros legales y de las decisiones judiciales, es imprescindible que las autoridades activen mecanismos de participación para escuchar la voz ciudadana.

Es momento de reducir la confrontación, tender puentes sobre los ríos de reclamos e indignación, y promover propuestas y soluciones en las que la academia y el tercer sector están llamados a plantear alternativas al modelo extractivista. (O)

@andresmartmos

Dr. Andrés Martínez

PhD en Estudios Políticos y Constitucionales por la Universidad de Alicante. Jurista de profesión. Director del Instituto de Investigaciones del Colegio de Jurisprudencia de la Universidad San Francisco de Quito.

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