Si un Estado se desentiende de la salud de sus habitantes raya en la crueldad. Nada lo justifica. Si hay un Ministerio como el de Salud Pública, cuyo titular es cambiado cada dos, tres o cinco meses, carente de planificación, de establecer prioridades, de ejecutar su presupuesto, aunque sea escaso, de mano dura y compromiso …











