El dolor de los padres de los hermanos Josué e Ismael Arroyo, Nehemías Arboleda y Steven Medina nunca desaparecerá. Su duelo será eterno, y su ausencia gritará el dolor de un país sin brújula, quebrado, violentado, ensangrentado, profanado por quienes tienen el deber de “protegernos”. Este crimen de Estado merece no solo la máxima pena …








