La Biblia no solo recoge la teología cristiana, sino que en sus páginas late el drama humano en toda su crudeza. Allí está, por ejemplo, el primer noticiero de sangre entre hermanos: Caín y Abel, el uno enceguecido por la envidia el otro, víctima de la inocencia. Dios, testigo de la tragedia, dictamina con solemnidad eterna: …










