Un cambio histórico

Mario Jaramillo Paredes

Existen problemas que son generales y afectan a todo el país. Y otros que son locales. El desempleo- por ejemplo- es un problema nacional. La inseguridad -en cambio- está  focalizada con más fuerza en Guayaquil o Quito. Cuenca no es una isla de paz, pero nadie diría que este momento es el problema más grave de la ciudad.

El gran problema del Austro y dentro de él, del Azuay y de Cuenca, es la falta de buenas vías de comunicación. Las que existen son pésimas y además están en estado calamitoso.  Se bachean cuando las visita el Ministro. Funcionan un día y se cierran dos. Viajar por esas carreteras es en algunos casos emprender una especie de safari. La Cuenca-Molleturo-Naranjal es buena para practicar un deporte extremo con riesgo de muerte, pero no puede ser la principal vía comercial de Cuenca.

Aún cuando resulte cansino insistir, la vía que nos  comunica con Machala es un desastre, comenzando por la salida Sur, que es una vergüenza. Y ni hablar de las carreteras a las parroquias orientales, hoy destrozadas luego de que demagógicamente  se les quitó el peaje, que  les mantenía transitables. Cuenca tiene una doble culpa: no haber sabido exigir y en algunos casos haberse opuesto, satanizando las concesiones y el peaje.

Nadie en su sano juicio puede cargar la culpa de la pésima vialidad al actual Gobierno, que lleva apenas medio año de funciones. La realidad es que no existe dinero lo que obliga a buscar el sistema de concesiones y el pago de peajes que permitan soluciones definitivas y no bacheos como ha ocurrido en los últimos años. Ha llegado el momento de que las autoridades locales logren  comprometer pasos y plazos, no para reparaciones pasajeras como las que anunció el Ministro en las fiestas de noviembre, sino para un sólido plan de vialidad,  que le fue negado en los últimos tres lustros. Sería un cambio histórico, que marcaría una nueva era. (O)