¿Somos inocentes?

Andrés F. Ugalde Vázquez @andresugaldev

Antes era noticia, hoy es un hecho cotidiano. Despertar por la mañana y enterarse por las noticias sobre algún hecho delictivo capaz de quitarte el aliento, ante el desvanecimiento de la seguridad pública. Y no importa si el presidente y sus ministros juran sobre la Biblia que el país está controlando la narco-delincuencia si las estadísticas y los hechos lo niegan cada día. Y ya no sirve la simple excusa de tener más policías armados y listos para combatir la violencia con más violencia. Ni sirve tampoco envenenarnos contra los hermanos venezolanos que, en su gran mayoría, están aquí para ganarse la vida como toda la gente.

El problema es estructural. Hoy mismo, mientras Pareja Yannuzzelli lava sus culpas, mientras la Asamblea de un gobierno profundamente corrupto escarba el pasado del gobierno anterior, igualmente corrupto, el Ecuador registra una de las distribuciones de renta más desiguales del mundo y una de las tasas de corrupción más altas de la región. Monstruoso abismo que nos obliga a preguntar ¿qué pasa entonces con los jóvenes condenados a la desocupación o a los salarios de hambre? ¿con el ejemplo de la corrupción exhibida más que denunciada? ¿debemos esperar a que simplemente se resignen a su suerte? ¿No será acaso que la violencia es la consecuencia de ignorar a los miles de seres marginales que habitan los submundos que nuestra sociedad va creando? ¿Somos en verdad inocentes?

Tal vez la explicación final de esta narco-delincuencia que nos ahoga radica en este sistema que expulsa más gente de la que integra, en los miles que cada día libran su batalla personal contra la multiplicación de las deudas, la imposibilidad del trabajo y un Gobierno en guerra contra los pobres más que contra la pobreza. Luego ¿qué destino les espera a aquellos que salen sobrando? ¿No es acaso la misma estructura de la sociedad una invitación al delito?

Y mientras tanto, supongo que no habrá más remedio que seguir viviendo, como se pueda, en este país asustado donde la seguridad se va convirtiendo en obsesión pública. Sociedad indefensa, donde los asustados pueden llegar a ser más peligrosos que su miedo… (O)