Opción por los pobres

Claudio Malo González

El pesebre de Belén se ha poetizado y, de alguna manera engalanado en los nacimientos al igual que el frío del invierno. En estas celebraciones es difícil pensar en la dureza de los hechos con los rigores que conllevan. Asociamos al “Rey de reyes, señor de señores”, con palacios suntuoso, lujos y comodidades, pero en el caso del cristianismo los hechos se dieron en forma diferente. Cristo llegó a la tierra de esa manera para demostrar con hechos y no meras palabras, su opción por los pobres al tornarse humano.

Una de las mayores deformaciones de la humanidad es el desmedido afán de acumular riqueza que va mucho más allá de la satisfacción de necesidades, dando lugar a desigualdades impensables entre una minoría reducida que controla la mayor parte de la riqueza del mundo y la mayoría limitada y con frecuencia carente de lo indispensable para una existencia digna. El auténtico amor se pone de manifiesto con obras y no meros poemas o expresiones orales. Vale la pena en las navidades, haciendo un paréntesis al bullicio, reflexionemos en las desigualdades extremas como carencia de amor.

Ni de lejos pretendo en ocasiones como esta desterrar la paz y la alegría que invade todos los corazones y que, de diversas maneras, llega a ricos y pobres, pero estas expresiones del espíritu en alguna medida deben estar acompañadas por la reflexión sobre la auténtica realidad que vivimos. Navidad es sinónimo de paz; consideremos que los cambios en el ordenamiento social no se alcanzan tan solo mediante la violencia y que el amor bien encaminado puede conducirnos a un mejoramiento de las condiciones globales del mundo que de una manera u otra todos queremos. (O)