Se vende

Ana Abad R.

Más allá de las cifras oficiales, de los diversos análisis de los especialistas de la materia, de los planes y programas de gobierno un evidente signo de la dura crisis económica que estamos viviendo “en territorio” es el incremento paulatino de un sinnúmero de carteles anunciado la venta y/o arriendos de locales comerciales y vivienda; de locales para la adquisición de ropa y artefactos domésticos de segunda mano; de pequeños espacios donde se ofrecen almuerzos “baratos”, así como aquellos abiertos por ciudadanos venezolanos dedicados a la gastronomía de su país; las esquinas de las principales avenidas de la ciudad se han convertido, en el corto tiempo del cambio de los semáforos, en el escenario de trabajo para malabaristas, limpiadores de parabrisas, de vendedores de dulces, frutas o bolsas de basura, hombres y mujeres de todas las edades; de vez en cuando volvemos a viajar con el maravilloso humor popular de jóvenes que buscan juntar “lana” cuando les “acolitan”. Esto, más los lunes y martes en San Francisco, o que siete de cada diez ecuatorianos que viajan a México no regresan, o que hay miles de jóvenes que no ingresarán a la universidad y están sin alternativas. “En territorio” los números se sienten a flor de piel, en medio de hambre, frío y desesperanza.(O)