Transformación profunda

ANDRÉS F. UGALDE VÁZQUEZ

Ahora mismo, mientras escribo estas líneas un miércoles por la tarde, el país contiene el aliento mientras las delegaciones populares se reúnen a puerta cerrada con el presidente de la República. Y aún con el cielo repleto de oscuros nubarrones, la reunión avanza, y conforme pasan los minutos salen a la luz las primeras posturas y también los primeros desacuerdos. Para empezar, las bases populares plantean la reducción en los precios de los combustibles, cuestión lógica considerando el enorme efecto multiplicador que esta medida tiene en la economía y la aún lejana revisión de los salarios que podría compensar la pérdida de poder adquisitivo en los bolsillos del pueblo. Sin embargo, según se siguen filtrando los rumores, el presidente Lasso ha respondido que “entiende el problema” y, sin embargo, no procederá con lo solicitado. Una cronología que, hasta este momento de la tarde, permite anticipar dos posibles desenlaces: el desacuerdo y el eventual reinicio de las protestas o un acuerdo sobre puntos secundarios seguido por una tensa calma, de esas que no suelen durar mucho.

¿Qué hacer entonces? ¿Bajar los precios del combustible? ¿Sostener el argumento del gobierno? ¿Quién debe, finalmente, ceder en este pulso político? Pues la verdad es que la respuesta va mucho más allá de la coyuntura. Creo que, la respuesta a nuestras crisis políticas, no deberá buscarse en la situación inmediata sino en la mismísima estructura social que sustenta al Ecuador, pensando que las fricciones sociales, en última instancia, no surgen del incremento en el precio del combustible o cualquier otra medida puntual, sino en la incapacidad de nuestros mercados y gobiernos de crear una riqueza sostenida, un nivel de empleo que garantice un poder adquisitivo mínimo para vivir con dignidad y una dinámica de desarrollo permita a los estratos más populares de la población educarse, nutrirse y tomar parte activa de la vida democrática de la comunidad.  Es decir, que si realmente queremos una sociedad más equitativa (y en consecuencia menos conflictiva), lo que realmente deberá buscarse es una transformación profunda, y no solamente un cambio en la superficie política de la nación…