¡Hijos de Pu….tin!

Claudio Malo González

Enfatizando las similitudes fonéticas, es lo que los ucranianos agredidos gritan en todo momento para calificar a sus vecinos de Rusia que, sin razón ni de lejos justificada, les ha invadido en lo que llaman “guerra”, que ni de lejos es un enfrentamiento entre fuerzas competitivas sino una grotesca agresión armada. Ciudadanos de otras partes del mundo, cercanas o lejanas, hacemos coro a esta protesta, ya que todo abuso de poder es repugnante si, como en este caso, se pretende retornar a un imperio de los zares putinizado.

Los ucranianos no dijeron “lo que Ud. diga patroncito”, prefirieron derramar su sangre para mantener su soberanía que de ninguna manera se compagina con obedecer ciegamente la orden de los dueños del latifundio. El autoritarismo imperialista ha predominado en esos países al estilo de los zares y de Stalin. El planteamiento de Gorbachov “más socialismo con más libertad” no funcionó y desembocó en la fragmentación de la Unión Soviética en 15 nuevos Estados, con planteamientos democráticos occidental, similar al de los países satélites que funcionaron con un socialismo postizo.

En el planeta hay países más poderosos que otros y lo saludable de una democracia internacional es que los poderosos respeten a los débiles. En la época de los grandes imperios los poderosos se apoderaban de los pequeños sin razones aduciendo que “había que civilizarlos”, ya que incivilizado se identificaba con diferente visión de la realidad. El caso de la invasión que comento hace pedazos este principio y la superioridad bélica se convierte en el único argumento para imponerse.

Creíamos que, en el hemisferio occidental, el anti principio “no hay razón de más peso que la razón del fuerte” se había superado. La invasión a Ucrania muestra que estábamos equivocados. (O)