Saturación de profesiones

Edgar Pesántez Torres

No quepa duda que el país necesita reformas a la educación, entre ellas la de reestructurar mallas curriculares y la oferta profesional, para lo cual se necesita de ciudadanos muy capacitados, con responsabilidad y visión social, no de políticos de marras que hay como larvas en alcantarillas. La innovación debe llevarse a cabo con debates juiciosos, entre personas comprometidas con las circunstancias y necesidades modernas.

La educación se ha sumado a otras crisis, o talvez sea la semilla de las demás. Muchos piensan que ella es la causante de todos los males y creen que los problemas por los que atraviesa ésta se debe a que las universidades masifican recursos humanos de pésima calidad, repartiendo títulos como material propagandístico, simplemente por pagar las pensiones correspondientes o por mantener cargos a docentes.

Aquello ciertamente no sólo se debe a la actividad universitaria, sino al sistema imperante desde los primeros años de formación escolarizaba; no obstante, no se puede desconocer que ella también se ha burocratizado y aún mantiene rezagos del autoritarismo político, conservando a la sociedad universitaria y sin permitir el dinamismo de este órgano vital de la existencia humana.

Aún perviven personajes absorbentes y autócratas que tejen y manejan a su antojo el desenvolvimiento administrativo y académico. No hay una visión de cambio respecto a la oferta de profesionales, son las mismas carreras tradicionales que ya explotan en las universidades. Profesionales que salen, igual que los bachilleres, a buscar trabajo o a seguir especializaciones y adquiriendo “pehaches”, retornando con el ostentoso título para presentar carpeta en las mismas universidades, mas no a desenvolverse en el campo de su experticia.

Hace poco contaba un funcionario de una institución pública de salud que se había llamado a concurso para llenar vacantes y creaciones de auxiliares de enfermería y no existían participantes; en cambio, se convocaba para llenar una o dos plazas de médicos y las carpetas se amontonaban en pilas. Igual de lo que pasa en esta profesión sucede con otras, en donde el empleo es escaso o nulo, sin embargo, año tras año, las universidades ofertan por miles en el país.

No hay carreras intermedias, paramédicas o para-otras; se continúa saturando con profesionales que van a la desocupación. Es obligación ética y social retomar el pedido de promover carreras intermedias y dosificar a las tradicionales que ya no aportan al país en la cantidad como existen. (O)