Futbol y política

Análisis político Marco Salamea Córdova

A propósito del mundial de futbol, que inicia mañana, es oportuno reflexionar sobre esas dos actividades que aparentemente no tendrían ninguna relación.

Sin embargo, al ser el fútbol un fenómeno de masas o un fenómeno sociológico que cumple una función social, podemos descubrir en este deporte algunas implicaciones políticas directas e indirectas.

En primer lugar, el fútbol profesional cumple la función política de fortalecer el sentimiento de identidad con un territorio, creando la ilusión de que somos parte de una comunidad local o nacional en la que no existen las diferencias; es decir fortalece la idea de nación hasta el punto en que, en  el campeonato mundial, no se dice que va a jugar tal o cual selección de futbol sino tal o cual país.

En segundo lugar, el futbol como deporte profesional y mercantilizado, al tiempo que permite un espacio de relax colectivo, de esparcimiento y distracción, en general aleja a la gente de la preocupación por la realidad social en la que vive y, en consecuencia, de cualquier compromiso político. En este sentido funcionaría como una especie de “droga social” que, en el extremo, incluso ha generado situaciones de fanatismo y casos de violencia.

En tercer lugar, es inocultable que en no pocas ocasiones el futbol, como deporte institucionalizado en equipos y campeonatos, ha servido de trampolín político para sus dirigentes. Verbigracia, en nuestro país dirigentes del fútbol profesional, o incluso autoridades, han convertido a este deporte en una tribuna para ganar fama o popularidad política. Aún más, algunas características de la vida política electoral se reproducen en la vida del futbol, tales como la lucha por el poder o la dirección en los equipos, el clientelismo, el fanatismo, la competencia, el marketing, o algunas jugadas no tan limpias.

Empero, no sólo es la lógica política, sino también la lógica económica la que ha terminado por colonizar al rey de los deportes, pues no es desconocido que el futbol profesional, ya sea en cada país o a nivel mundial, se ha transformado en un gran negocio, con inversionistas, mercancías, publicidad, clientes y consumidores.

En todo caso, como el campeonato mundial es una epidemia social contagiosa, no nos privaremos de disfrutar algunos partidos. (O)