Escrutinio público (in)equitativo

En época electoral, una de las funciones de los medios de comunicación es promover el debate público a fin de que los ciudadanos puedan llegar a una decisión de la manera más informada posible.  Este proceso, que se le conoce como el escrutinio público, no es perfecto.  Se enfrenta a las agendas e intereses del poder y las presiones políticas que imponen encuadres específicos en las coberturas, así como forzosos silencios. 

A los ocho binomios presidenciales el Código de la Democracia exige otorgarles un tratamiento periodístico equitativo esto implica que la oportunidad periodística debe ser la misma.  Lamentablemente, muchos periodistas incluyen, bajo el paraguas del escrutinio público, los detalles de la vida privada, las agendas personales, o el pasado individual, como parte de la información de relevancia.  El filtro de la agenda privada suele ser además mucho más atractivo en las entrevistas a las candidatas.  Ellas tienden a recibir con mayor frecuencia preguntas sobre sus roles sociales o privados, que sobre su propuesta o agenda política.  Esto, lamentablemente, no solo es un tema de cuestionario del entrevistador sino también de la reacción ciudadana en la conversación digital.

El escrutinio público, además de recibir las presiones políticas y ser víctima del encuadre político del medio, ahora también tiene el sesgo de género.  El error de una respuesta en una de las candidatas se resalta y expone en las redes con mayor virulencia que si se tratara de su compañero de papeleta.  Ellas están más expuestas a este escrutinio por el hecho de inaugurar un espacio en la carrera política que esta vez exigió a los partidos y movimientos una representación fiel a la proporción de la población, es decir, equitativa. 

El escrutinio debe ser riguroso, el carácter y la confianza de quienes quieren hacer política debe ganarse a través de una entrevista solvente y acuciosa, sin embargo, esa misma vara debe ser presentada indistinto del género de la candidatura. La reacción social debe estar presente no solo para criticar a las mujeres sino también para criticar, bajo las mismas temáticas, a los varones cuando ellos se equivocan, simplemente porque nadie es infalible.