¿De quién es la culpa?

Bolívar Jiménez Álvarez

Estamos acercándonos a un nuevo proceso electoral, y en nuestra “democracia” ecuatoriana uno de los desafíos más repetidos es la numerosa presencia de candidatos obscuros y poco preparados, sin una trayectoria política sólida ni la experiencia adecuada para ocupar cargos de tal magnitud. La falta de información sobre los candidatos dificulta la toma de decisiones informadas por parte de los ciudadanos, quienes se enfrentan a una difícil tarea de evaluar y seleccionar a aquellos que verdaderamente puedan liderar y representar los intereses de la nación.

Otro aspecto preocupante es la demagogia y la corrupción. Algunos candidatos recurren a discursos demagógicos para obtener el apoyo popular, prometiendo soluciones fáciles y populistas a problemas complejos. Esta estrategia manipuladora no solo engaña a los ciudadanos, sino que también genera desconfianza y desilusión en el sistema político. La presencia de candidatos corruptos, con antecedentes de malversación de fondos o abuso de poder, mina aún más la confianza de la ciudadanía en sus líderes y en la integridad del proceso electoral.

Sin embargo, no se puede atribuir únicamente a los candidatos la responsabilidad. La sociedad también debe reflexionar sobre su papel y su responsabilidad cívica. Muchos ciudadanos carecen de claridad y responsabilidad al ejercer su derecho al voto, dejándose llevar por intereses personales o emociones momentáneas en lugar de analizar las propuestas y los antecedentes de los candidatos. La falta de educación cívica y política también dificulta la comprensión de los problemas y las propuestas, lo que contribuye a una participación ciudadana menos informada y comprometida.

Las redes sociales tan comunes hoy en día, si bien permiten una mayor participación ciudadana y la expresión de diversas opiniones, también han revelado la degradación del discurso público. La proliferación de mensajes ofensivos, insultos y contenido moralmente bajo está afectando negativamente el debate público y ha polariza, aún más, a la sociedad. Las redes sociales deberían ser utilizadas como herramientas para fomentar la discusión constructiva y la difusión de información verificada, en lugar de propagar la confrontación y el discurso irrespetuoso.

Ante estos desafíos, es crucial buscar alternativas que encaminen al Ecuador hacia un derrotero apropiado en los procesos electorales. Se requiere que se retome en las aulas la materia de educación cívica, sospechosamente anulada, que capacite a los ciudadanos para tomar decisiones informadas y participar activamente en el proceso político. Además, es fundamental fomentar un debate público respetuoso y constructivo, tanto en las redes sociales como en otros espacios de discusión, para fortalecer la democracia y promover el entendimiento entre diferentes puntos de vista. (O)