El cóndor sigue en peligro

El cóndor, el ave emblemática del Ecuador, sigue en peligro de extinción y, posiblemente, en las demás naciones andinas, donde se la considera como “símbolo de espiritualidad y poder”.

Entre 2012 y 2022, 132 cóndores han sido muertos en Pichincha, Cotopaxi y Chimborazo.

El cóndor basa su alimentación en la carroña. No mata animales para tragarlos, como se cree, desde viejos tiempos, en los sectores rurales, donde les dan caza, incluso envenenándolos, una práctica, como las otras, condenable.

Aporta, más bien, al equilibrio de los ecosistemas en páramos y bosques andinos.

Acaba de celebrarse el Día Nacional del Cóndor Andino, en cuyo marco se reflexionó sobre el futuro de esta ave. En Cuenca lo hicieron los representantes de ETAPA EP y del Bioparque Amaru, el refugio de los cóndores “Auqui”, “Inty” y “Pacha”, rescatados con heridas y perdigones en sus cuerpos.

Para los de Amaru, “urge un censo nacional para conocer la situación nacional real de los cóndores”. Y razones les sobran para exigir esta acción. Su ejecución, según lo entendemos, la debe asumir el Ministerio del Ambiente con apoyo de organizaciones afines.

Aquí, “Paccha” e “Inti” pronto tendrán un polluelo. Su incubación está a cargo únicamente de la madre. En su hábitat natural la hacen los dos. Y falta superar lo más crítico: cuando nazca, sus padres se volverán territorialistas y temperamentales, estresándola, y hasta provocando su muerte accidental.

Aquella es una realidad del mundo animal, poco o nada conocida por la mayoría de la población. Por tal razón, debe despertar su conciencia e involucrarse en su conservación.

Al cóndor, como a cualquier ave, le ha sido dada su vida, nada más. No vale quitársela por ignorancia o el instinto depredador, del cual no está libre el hombre.

En Oña y Nabón habría unos 30 cóndores. Vuelan libres; pero el peligro les acecha, pese al compromiso de sus comunidades por protegerlos.

Evitar la extinción del cóndor debe ser urgencia nacional.