Santuarios andinos de altura

Tito Astudillo y A.

El escándalo de una concesión minera en las faldas del Guagualzhumi avivó preocupaciones por la suerte del emblemático cerro y de la cadena de miradores que circunscriben el valle de Cuenca, pensando en este espacio geográfico como unidad vital de una sucesión de pueblos ancestrales y su cosmovisión expresada en su religiosidad, cultura agraria, ritual y festiva en íntima correspondencia con los fenómenos cósmicos.

Esta unidad y correspondencia entre los fenómenos celestes y atmosféricos y el ciclo agrario dio origen a un anuario ritual y festivo en los pueblos prehispánicos del valle que tenían en sus cerros, colinas y lagunas de altura, espacios de conexión con sus deidades, de identidad, celebración y protección comunal, lo que se colige de los materiales culturales encontrados en sus cimas, andenes, caminos, senderos y tambos; algunos estudiados, otros no, pero casi todos en proceso de destrucción por abandono, por el avance de las fronteras agrícola y urbana, por la voracidad minera y tala forestal indiscriminada, pero la mayoría por la indiferencia de las instituciones llamadas a su conservación y puesta en valor ya sea como elementos culturales de identidad local, como reservas ambientales y fuentes de agua, como recursos turísticos y de esparcimiento cuando las ciudades crecen y requieren, cada vez más, de áreas verdes como reguladores climáticos ambientales y espacios recreativos.

Creemos que se debe actualizar o levantar el inventario de estos espacios míticos llamados santuarios andinos de altura; casi todos presentes en el imaginario local específico y regional; casi todos con abundante información ambiental, histórica y arqueológica; casi todos ubicados en el cordón montañoso que circunscribe el valle de Cuenca o cercanos e identificados con cantones y parroquias. Los gobiernos locales deberían tomar la iniciativa de identificar, inventariar y poner en valor estos hitos de identidad cultural.  (O)