El pueblo a las urnas

Sin ser el único, pero sí el más contundente, el pilar fundamental de la democracia es el voto. Valiéndose de él, el pueblo soberano elige a sus mandantes.

Alrededor de 13, 45 millones de ecuatorianos eligen este domingo al sucesor de Guillermo Lasso, quien decidió acortar su periodo presidencial tras aplicar la muerte cruzada. También eligen 137 asambleístas.

Estos comicios se efectúan en circunstancias inéditas y difíciles. Inéditas por cuanto son anticipados, y los elegidos durarán en el poder un año ocho meses.  Difíciles por la violencia cuyas garras invadieron el campo de la política.

Pese al dolor, al miedo y a la incertidumbre, la jornada electoral de este día debe revestirse de civismo, sobre todo de responsabilidad, de esperanza y de certezas; pues el presidente electo, no necesariamente hoy, dada la probabilidad del balotaje, le corresponderá hacer un gobierno de transición.

Su mejor legado será hacerlo convocando a la unidad nacional, priorizando las necesidades y clamores colectivos, entre ellas la falta de seguridad, y sentando las bases para echar a andar un país cabizbajo, económicamente golpeado, socialmente urgido de atención a los más pobres; dividido y polarizado en lo político y con una imagen internacional diezmada.

De acuerdo al Gobierno, hay las garantías necesarias para el desarrollo de elecciones dentro de un clima de paz. Ha tomado todas las precauciones para evitar eventuales contratiempos.

Esperamos oír la voz de los ecuatorianos en las urnas, haciéndolo por el binomio presidencial de su preferencia, pero no el de las armas clandestinas ni las amenazas.

Del Consejo Nacional Electoral esperamos transparencia, agilidad, ninguna sorpresa mientras se cuenten los votos e ingresan a su centro de cómputo y luego se los oficializa.

La voluntad popular merece respeto total. Los candidatos y sus respectivos partidos, movimientos o alianzas, deberán acatarla.

Todo por la democracia.